Los cítricos se originaron hace unos 20 millones de años en el sudeste asiático. Desde entonces hasta ahora, han sufrido numerosas modificaciones debidas a la selección natural y a hibridaciones tanto naturales como producidas por el hombre.
Estos frutos, pertenecientes a la familia Rutaceae, se caracterizan por su agradable sabor, sobre todo en el caso de naranjas y mandarinas que se consumen preferiblemente en fresco. Por esta razón, la recolección de los mismos se lleva a cabo atendiendo a la relación de sólidos solubles/acidez principalmente.
Una vez que el producto ha alcanzado el estado óptimo para recolectarlo, se cosecha en capazos o cajas de plástico que posteriormente serán cargadas en camiones ventilados que las trasladarán hasta el almacén.
Cuando el camión llega al almacén se procede a la recepción de la materia prima. Las cajas se organizan en palets, pero siempre con la precaución de estar bien encajadas, ya que de lo contrario podría caerse alguna o incluso derrumbarse el palet, poniendo en peligro al personal y la mercancía.
Estos palets que se van descargando del camión, quedan a expensas de ser colocados en la despaletizadora.
La despaletizadora va tomando las cajas y las pasa hacia la volcadora mediante un transportador de cadenas. En ésta, gracias a una barra metálica inclinada en la parte posterior de la cinta, se va cambiando la postura de la caja y se vuelca el producto progresivamente.
El producto cae en un transportador de rodillos que lleva la mercancía hasta la lavadora. La razón por la cual es conveniente que sea de rodillos es porque la mercancía procede del campo por lo que puede contener hojas, pequeñas piedras, etc. y gracias a la separación existente entre los rodillos nuestra materia prima se criba, quedando libre de elementos indeseables.
Una vez que entra en la lavadora, el producto sigue avanzando por los rodillos. Se utiliza agua, la cual sale por unos orificios situados en la parte aérea de la lavadora y un producto especial a modo de detergente. Los rodillos en este caso funcionan como drenajes para la evacuación del agua de lavado hacia el fondo de la lavadora.
Los frutos, tras ser lavados, quedan mojados por lo que deberán ser secados. Para llevar a cabo esta acción, siguen ascendiendo por el mismo transportador a lo largo de un túnel de secado.
Cuando el producto llega al final del túnel, se encuentra totalmente seco y en las condiciones adecuadas para ser encerado.
Este proceso consiste en el avance de la fruta bajo una atmósfera de cera relativamente caliente que impregna al producto. Progresivamente los frutos siguen avanzando y entran en otro túnel de secado ya que tras el encerado quedaron húmedos.
Una vez que el producto está totalmente seco, pasa a la mesa de selección, que en este caso es doble. Además se puede observar como hay una zona central en la mesa en la que separan los frutos de menor calidad. Este trabajo es un trabajo manual, generalmente realizado por mujeres preparadas para el mismo.
En este momento, ya tenemos nuestro producto con calidad final pero los diferentes tamaños están mezclados por lo que hay que separarlos y de esto se encarga la calibradora. Posteriormente, la calibradora dirige los diferentes tamaños por los carriles de distribución pertinentes hasta las mesas de confección manual.
Llegado este momento, las personas encargadas de la confección final toman las cajas que necesitan del transportador aéreo. En éste, se dispensan diferentes tipos de cajas en función del producto que se esté elaborando.
Los frutos se colocan en las cajas como el comercializador previamente haya indicado intentando conseguir finalmente que el producto sea lo más atractivo posible.
Una vez que las cajas están envasadas, se mandan por una cinta transportadora hacia el personal encargado de conseguir el formato final del embalaje. Por lo general, se colocan pegatinas sobre los frutos o si estamos trabajando con cajas de madera, se colocan mallas a lo ancho de la caja mediante termosellado o grapado. Estas labores, entre otras, se llevan a cabo con el objetivo de aumentar el valor añadido del producto.
Por último, se paletiza y una vez conformado el palet, se fleja debidamente para que llegue en las mejores condiciones a su destino.
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