Tradicionalmente el almendro se ha cosechado de forma manual mediante el vareo de las ramas del frutal. Algunas de las variedades más conocidas son Desmayo, De ramos y Marcona entre otras.
Para esta labor los útiles necesarios eran y son todavía a día de hoy, una vara de madera relativamente larga comúnmente conocida como “garabato”. En algunos casos, el extremo de dicha vara está recubierto por goma o caucho con el fin de evitar la aparición de heridas en el almendro mientras se recolecta.
Otro útil necesario sería el “fardo” que consiste en una tela que cubre el suelo alrededor del frutal. Cuando se está vareando el almendro y por tanto forzando la caída del fruto, la cosecha caería sobre esta tela facilitando así el posterior acopio de la misma.
Una vez recolectado el primer almendro, los fardos se arrastran hasta el siguiente a cosechar por lo que el material de éstos debe ser fuerte para poder soportar el rozamiento con el suelo pese al peso de la cosecha.
Una vez terminada recolección, el siguiente paso sería el pelado que consiste en separar el conjunto exocarpo-mesocarpo del endocarpo y la semilla. Para llevar a cabo esta práctica hay que tener en cuenta una serie de situaciones:
A día de hoy, lo más utilizado en grandes superficies es la recolección mecanizada mediante vibradores. Esta maquinaria, en la mayoría de los casos, también dispone de una peladora por lo que la cosecha queda limpia antes de almacenarla en la tolva.
Por último, se extiende el fruto favoreciendo su secado y por tanto el contenido de humedad óptimo para su posterior transporte hacia la industria transformadora.
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