Logística España
25/10/2023 -
El pasado jueves, unos 500 viticultores franceses volvieron a atacar frutas y hortalizas españolas, así como camiones repletos de vino español, que terminaron esparciéndose por el asfalto ante la mirada de satisfacción y los flashes de los móviles de los causantes, que se habían atrincherado, parando el tráfico, en el peaje de la A9 a su paso por Le Boulou, a las afueras de Perpiñán. Un enclave éste que forma parte de la historia de las exportaciones agroalimentarias españolas a Francia, tanto para bien, ya que es un importante centro mercantil de productos agrarios y una de las principales vías de exportación de los productos agrarios españoles por tierra desde hace décadas; como para mal, ya que, precisamente por ello, los agricultores franseses de las zonas limítrofes llevan décadas cebándose con las exportaciones agroalimentarias españolas, a las que ven como su mayor enemigo.
"Es algo que pasa prácticamente todos los años - explica Dulsé Díaz, secretario general de la división de Cisternas de la Confederación Española de Transporte de Mercancías - "¿Por qué pasa? Principalmente porque no hay represalias para los que lo hacen. Hemos visto todos los vídeos, con la Gendarmería francesa allí sin hacer nada, y cada vez que tengan algún problema con un producto, lo volverán a hacer: llevan así 50 años".
Lo curioso es que, desde la portavocía de la Comisión Europea, se subraya que el libre movimiento de mercancías es un principio “fundamental” del mercado interior comunitario y que cuando se produce un obstáculo, el Estado miembro en cuestión debe tomar “todas las medidas necesarias y proporcionadas para garantizar el libre movimiento de mercancías en su territorio, de acuerdo con las obligaciones del Tratado de la UE y con el reglamento 2679/98” sobre el funcionamiento del mercado único en relación con el libre movimiento de bienes entre los Estados miembros. Es por ello que las autoridades europeas han asegurado haber pedido explicaciones al Gobierno francés, el cual deberá aportar "lo antes posible" las medidas que ha adoptado o adoptará para que no vuelva a ocurrir.
Pero lo cierto es que no es un caso aislado. Como comenta Díaz, lleva sucediendo más de medio siglo, y nunca se obtiene una solución. Por ello, los transportistas piden "una posición firme por parte del Gobierno español y de la Comisión Europea, de forma que si vuelve a ocurrir, el que lo ha hecho, lo pague penal y económicamente", ya que, además de las pérdidas que suponen estos ataques para el sector agroalimentario español, que dejan de vender sus productos en mercados extranjeros, el sector logístico también se ve gravemente perjudicado.
"En ataques como estos, el conductor suele saber lo que se viene y se pone a salvo, pero no sólo ha habido ocasiones en las que los camiones han ardido, literalmente,"- destaca Díaz, con las pérdidas materiales que eso conlleva para estas empresas- "sino que el gran problema es que a las empresas logísticas, el seguro no nos cubre los daños causados por estos actos vandálicos, por lo que es la empresa transportista la que debe hacerse cargo de las pérdidas de sus clientes".
Además, subraya que incidentes como el del pasado jueves, con productos desparramados por el suelo, llaman mucho la atención de la opinión pública, pero para que se generen este tipo de pérdidas tanto para el sector agroalimentario como para el de transporte de mercancías, tan sólo es necesario que se rompa el precinto con que se asegura a los camiones en origen, y que garantizan la trazabilidad alimentaria de los productos: "Sin embargo," - subraya el secretario general de la CETM Cisternas, "hechos como ese, no llaman la atención del público".
Productos de países terceros, el enemigo real
Francia forma parte, desde 1958, de la Unión Europea, organismo al que España entró a formar parte en 1986. Desde entonces, han pasado 37 años en los que, pese a los principios de libre comercio de mercancías entre países miembros, no se ha hallado una solución satisfactoria y los agricultores franceses continúan siguiendo sus instintos más primitivos, actuando como cazadores ante la amenaza que ven en los productos españoles.
Sin embargo, con una pesada mochila de burocracia política, con sus respectivas regulaciones, compromisos con el medio ambiente, cambios en el sistema productivo y tratados comerciales, los agricultores europeos continúan haciendo esfuerzos "individuales" por subsistir, mirando al vecino de reojo, pero no se unen en contra de mercancías de terceros países cuya entrada en territorio comunitario, en ocasiones es incluso facilitada, en detrimento de los productos propios, ya que, en estos casos, sí que dañan gravemente el sistema productivo agrario de los países miembros. Llama la atención cómo los agricultores franceses acuden en masa a la frontera terrestre con España a tirar por los suelos producto español, mientras naranjas y tomates de países como Marruecos, Turquía o Sudáfrica, siguen llegando a los puertos europeos bajo condiciones que nada tienen que ver con la calidad y la trazabilidad que se les exige a los agricultores europeos sin que afloren instintos primitivos en los productores autóctonos.
Redacción Infoagro: Lydia Medero
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