Jornadas de 12 horas, incumplimiento de los salarios pactados y deplorables condiciones de salud. Es la denuncia pública en redes digitales de una trabajadora, desde su experiencia como trabajadora temporal en los invernaderos de la empresa Surexport en Terra Chá, esta temporada.
La historia captura un entorno en el que “las amenazas de cualquier tipo eran constantes” y estaban dirigidas, especialmente, a los migrantes. "Fomentan la competitividad extrema" con la amenaza de despido "si no recoges cantidades exorbitantes de arado en jornadas de 12 horas". A partir de un contrato de 39 horas, la empresa apuesta por trabajar horas extraordinarias que pueden igualar las horas ordinarias de un día y que, sin embargo, se pagan "a seis euros, cuando lo estipulado son doce euros".
Surexport determina una "parada de 30 minutos para comer un bocadillo, pero te hacen saber que solo pagan 15 de esos minutos". En un campo donde trabajaban "una media de 300 personas", esta trabajadora se queja de que "apenas había agua corriente para limpiar", y que las instalaciones les obligaban a comer "hacinados, sin distancia de seguridad ni mascarilla".
La empresa alquila camiones en los que traslada a gran parte de ese personal de origen migrante desde Huelva. Es en esta provincia donde tiene su origen Surexport y en ella ha protagonizado diversos conflictos sindicales y denuncias públicas sobre las condiciones laborales de sus amplias superficies de invernaderos.
La más reciente, esta semana, en la que el trabajo del portal de investigación Danwatch sobre las condiciones laborales "inhumanas, abusivas y, en muchos casos, ilegales" en el campo llevó a varias cadenas de supermercados daneses a suspender sus relaciones comerciales con varias empresas, entre ellas Surexport.
Informado por el Ministerio de Trabajo
Ante el conocimiento de esta denuncia, el Sindicato Labrego Galego quiere contribuir a la visibilidad de la situación y exige a las administraciones una actitud activa de investigación de los hechos y salvaguarda de los derechos laborales de los trabajadores de la Surexport. La existencia y claro cumplimiento de las condiciones del contrato y la desaparición de tratos degradantes o inhumanos, no pueden ser ignorados. Además de participar en la denuncia pública de este hecho, el Sindicato de Agricultores los acaba de dar a conocer mediante el registro ante el Ministerio de Trabajo.
Una situación como esta no puede leerse aislada de un modelo, el de la agroindustria y los grandes distribuidores, centrado en dar prioridad al beneficio económico sobre cualquier otro criterio. Los nuevos 'mares del plástico gallego', como ya los han calificado acríticamente algunos medios de comunicación, llevan unos años asentándose, y acercándose a una experiencia de abuso que ya tiene un largo camino en otros territorios. Las luchas de las organizaciones de trabajadores en el campo andaluz o la movilización de feministas en apoyo de los jornaleros en lucha, ponen sobre la mesa el carácter global de un modelo que extiende sus consecuencias sin medida, desde el acaparamiento de tierras hasta la desregulación laboral.