Estiman una reducción global de la producción agrícola de la UE-27 de 56,13 millones de toneladas para 2030 bajo la estrategia 'De la Granja a la Mesa'

La superficie agrícola de la UE-27 es de 156,7 millones de hectáreas. En 2019 cerca del 8% de esta superficie estaba ocupada con agricultura ecológica, es decir, alrededor de 12,5 millones de hectáreas. En Portugal, la superficie de agricultura ecológica representa el 6% de la superficie agrícola.

La UE-27 pretende que en 2030 el 25% de la superficie agrícola sea en agricultura ecológica, lo que corresponde a 39,2 millones de hectáreas, es decir, un incremento de 26,7 millones de hectáreas respecto a 2019. La distribución de la agricultura ecológica en la UE-27 y Portugal en 2019, es la siguiente:

	Cultivos arables	Pastos Permanentes	Cultivos Permanentes
EU27	45%	45%	10%
Portugal	20%	60%	20%

Sería interesante tener datos sobre el tamaño de las áreas de pastos permanentes abandonadas y de los cultivos permanentes abandonados, que no fueron productivos y se convirtieron a la agricultura ecológica. Esta conversión no aportó nada a la sociedad más que subvenciones a áreas que no producían nada y que en su mayor parte continúan haciéndolo.

El análisis que realizaremos asume que todas las ocupaciones de cultivos se impactan de igual forma con la agricultura ecológica.

Principales producciones de la UE-27, con referencia a la cosecha de 2019, estimando la producción en 2030, y teniendo en cuenta el incremento de 26,7 millones de hectáreas para la agricultura ecológica con una reducción de la productividad del 60% en esta zona:

Producciones	2019 (millones ton)	2030 (millones ton)	Variación (millones ton)
Cereales	299,3	278,9	-20,4
Remolacha	113,1	105,4	-7,7
Patata	51,2	47,7	-3,5
Colza	15,3	14,3	-1,0
Girasol	10,3	9,6	-0,7
Soja	2,8	2,6	-0,2
Carne Cerdo	22,8	21,2	-1,6
Carne Bovino	6,9	6,4	-0,5
Carne Ovino y Cabra	0,5	0,47	-0,03
Carne Pollo	13,3	12,4	-0,9
Leche	158,2	147,4	-10,8
Vegetales	60,9	56,7	-4,2
Fruta	35,8	33.4	-2,4
Uva	22,3	20,8	-1,5
Aceituna	9,8	9,1	-0,7
Total	-56,13

Se estima una reducción global de la producción agrícola de la UE-27 de 56,13 millones de toneladas. Esta reducción resultará en algunos casos en la reducción de las exportaciones y en otros en el aumento de las importaciones. En el caso concreto de Portugal, se traducirá en un aumento significativo de las importaciones, en consecuencia del transporte marítimo y por carretera, y, en consecuencia, de la huella de carbono alimentaria.

La reducción de la producción agrícola en la UE-27, el aumento de la población mundial y, en consecuencia, de la demanda, trasladarán la producción a países con regulaciones diferentes a la UE-27. Probablemente resultará en una reducción de la seguridad alimentaria de la UE-27 y un aumento en la huella de carbono de los alimentos consumidos. Aumenta la presión en otras zonas del planeta que ya tienen graves problemas de desertificación. Los precios de BIO son el doble que los de los no BIO. A nivel mundial, puede haber un aumento en los precios de los productos agrícolas.

Según datos de Eurostat, el riesgo de uso de plaguicidas en la UE-27 cayó un 17% entre 2011 y 2018, por un lado, se prohibieron numerosas sustancias activas que son más nocivas para el medio ambiente, por otro lado debido al uso de nuevos plaguicidas que se utilizan en dosis muy bajas (cantidad de sustancia activa por hectárea).

Entre 2011 y 2018, el consumo de plaguicidas se ha mantenido estable en 360.000 toneladas, a pesar del aumento de la agricultura ecológica a 13 millones de hectáreas (8% de la superficie agrícola) y el uso de plaguicidas de baja dosis.

En fertilizantes, el consumo se mantiene estable en 11,3 millones de toneladas entre 2008 y 2018.

Estos datos no son de extrañar, dado el gran aumento del área de agricultura ecológica y la evolución tecnológica de pesticidas y fertilizantes.

Se concluye que aunque el 8% de la superficie agrícola de la UE-27 se dedica a la agricultura ecológica, el consumo de pesticidas y fertilizantes, que debería haber disminuido debido a su evolución tecnológica, se mantiene constante. ¿Qué esta pasando?

También según Eurostat, hay un aumento del consumo intermedio del 6% y de la producción agroindustrial del 12%, con respecto a 2005. Estos indicadores indican un aumento de la eficiencia, ya que la producción crece el doble que el consumo intermedio, pero aa nuestra opinión sí No reflexionar, ya que la producción agroindustrial incluye materias primas que no se produjeron en la UE-27.

En este período, Portugal muestra un crecimiento del consumo intermedio ligeramente superior al 20% y de la producción agroindustrial ligeramente inferior al 20%. La situación de Portugal es bastante delicada, ya que la agroindustria nacional tiene un peso de materias primas importadas de terceros países y de transacciones intracomunitarias muy superior a la media de la Unión Europea. La huella de carbono de los alimentos portugueses es enorme. Estos indicadores también muestran que el 8% de la agricultura ecológica no contribuyó nada a reducir los consumos intermedios. En cuanto a la producción agroindustrial, puede reducirse en 56,13 millones de toneladas en 2030.

La mejora de las funciones del suelo es la respuesta a muchas de las preocupaciones actuales de la agricultura europea y mundial, a saber, la adaptación y mitigación del cambio climático, el aumento de la producción de alimentos y la mejora de la eficiencia en el uso de factores de producción. Las principales funciones del suelo son el suministro de nutrientes, agua y oxígeno a las plantas, el soporte de maquinaria y animales y la descomposición de los pesticidas utilizados en el proceso de producción. Son muchas las propiedades del suelo que influyen en sus funciones, pero la principal es su contenido en materia orgánica. El suelo es un cuerpo vivo y los organismos que lo habitan, esenciales en todas las funciones antes mencionadas, son heterótrofos, es decir, necesitan carbono orgánico como fuente de energía.

Un aumento en el contenido del suelo en materia orgánica también permite contribuir a la mitigación del cambio climático, pues junto con los océanos, el suelo es un gran sumidero de carbono. Se estima que desde la revolución industrial, la emisión de carbono a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles fue de 270 ± 30 Pg (Pentagrama = 109 toneladas), mientras que la pérdida de materia orgánica del suelo por cambios en su uso y su cultivo, en el mismo período, fue 136 ± 55 Pg (Lal 2004).

Para aumentar el contenido de carbono orgánico del suelo, es necesario aumentar simultáneamente las ganancias (residuos orgánicos añadidos) y reducir sus pérdidas. La principal causa antropomórfica de las pérdidas de carbono es la movilización del suelo, que aumenta las pérdidas por erosión y mineralización. La fuente de carbono del suelo es, en última instancia, los desechos vegetales. Cuando el aumento de las adiciones se realiza mediante la aplicación de estiércol, lo que se está haciendo es transferir carbono de un suelo a otro. Los animales no realizan fotosíntesis y, considerando un 50% de digestibilidad de su carbono por los rumiantes, para producir 500 kg de carbono en forma de estiércol, los animales tienen que ingerir alrededor de una tonelada. Para incrementar la materia orgánica del suelo con la aplicación de estiércol, es necesario aplicar al menos 20 toneladas de estiércol por hectárea y año. Así, es evidente que lo que se está haciendo es trasladar carbono de los suelos que produjeron el alimento, a la parcela que recibirá el estiércol.

El sistema agrícola que permite incrementar el contenido del suelo en materia orgánica es la agricultura de conservación. Este sistema se basa en 3 principios: no movilizar el suelo como forma de reducir pérdidas; el retorno de los residuos vegetales al suelo, como forma de incrementar los ingresos; y rotación de cultivos como forma de incrementar la biodiversidad del sistema. La agricultura ecológica, que también reivindica este objetivo, solo tiene éxito de forma falaz. Al promover la movilización del suelo, al prohibir el uso de herbicidas, aumenta las pérdidas de carbono del suelo, lo que luego compensa el uso de abono masivo y aplicaciones de compost. Pero, de hecho, este enriquecimiento se realiza a expensas del desperdicio de carbono del suelo en un área mucho mayor que la del beneficiario.

Estudios a largo plazo, llevados a cabo en la Universidad de Évora, han demostrado que la agricultura de conservación puede aumentar el contenido de carbono orgánico del suelo a una tasa del 0,1% por año (Carvalho y Lourenço 2014). Esta cifra es sorprendentemente alta, considerando que el gran desafío propuesto, en el marco de los acuerdos de cambio climático de París, es un aumento anual del 0,04%. En el mismo estudio se comprobó que un aumento en el contenido de materia orgánica del suelo del 1% al 2% permitió duplicar la eficiencia energética en la producción de trigo (trigo producido por unidad de energía gastada en todos los factores de producción). La agricultura de conservación aumenta así la salud del suelo, la productividad y el consumo intermedio (lo que reduce el impacto ambiental de la producción) y, al mismo tiempo, contribuye a la mitigación del cambio climático.