Desde el desarrollo de la agricultura de precisión la tecnología aplicada a los cultivos no ha dejado de desarrollarse hasta el punto de que hoy, los prototipos y herramientas utilizadas parecen más propios de un proyecto militar que de un sector tradicionalmente poco vinculado a la vanguardia técnica. Las imágenes por satélite, las fotografías térmicas y de infrarrojos o los tractores dirigidos por GPS son hoy herramientas de uso más o menos común en las explotaciones agrícolas españolas. Otras más vanguardistas como los drones o los robots autómatas han sido desarrolladas o están en pleno desarrollo en proyectos liderados por científicos españoles. La agricultura está empezando a servirse de la alta tecnología y España es pionera en muchos aspectos.
La agricultura de precisión, en síntesis, consiste en el empleo de nuevas tecnologías para un estudio detallado de la parcela, de manera que pueda aplicarse cada tratamiento de manera localizada. El ingeniero agrónomo, Jacinto Gil Sierra, lo explica con una paradoja: “Se trata de una vuelta al pasado con los medios actuales”. En efecto, durante siglos, los labradores trabajaron sus terrenos a pie, conociendo cada particularidad de su parcela, aquellas que necesitaban más semillas, más riego o más fertilizante. Con la mecanización, el agricultor pudo trabajar más terreno, pero perdió el conocimiento personalizado. Las máquinas trabajaban de un modo uniforme toda la superficie. “Se consideraba que la mejor máquina era la que, una vez regulada por el operario, mantenía fielmente las condiciones fijadas por la regulación”, escribe el ingeniero.
La agricultura de precisión viene a solucionar ese desajuste dando a cada zona del terreno “el tratamiento adecuado a sus características y en el momento justo”. Para saber cuál es el tratamiento adecuado y el momento justo es necesario el análisis pormenorizado de la parcela, unos estudios que todavía no están muy extendidos en España, donde todavía sobrevive una agricultura de pequeño empresario y a veces, casi de autoabastecimiento. “No todo el mundo emplea estos análisis, pero sí es cierto que hay una nueva generación de empresarios agrícolas que tienen una visión diferente y en muchos casos unos estudios superiores y un vivo interés por estas tecnologías”, explica José Manuel Peña, investigador del Instituto de Agricultura Sostenible de Córdoba.
La agricultura de precisión empezó a estudiarse en los años ochenta, pero ha sido a partir del nuevo siglo cuando el desarrollo tecnológico y sobre todo el acceso barato a la tecnología han permitido su despegue definitivo. Los beneficios de la agricultura de precisión son triples, permite reducir costes, mejora la rentabilidad de los cultivos y disminuye el impacto ambiental.
En España, sólo las empresas más punteras llevan ya tiempo usando técnicas de agricultura de precisión, como puede ser el caso de las bodegas de cava en Cataluña o algunas empresas andaluzas. Para que un empresario agrícola apueste por este tipo de tecnologías tiene que ver una clara rentabilidad en el proceso y esto se logra tanto en productos con un buen margen de beneficios – como la vid o el olivo – como en los casos en los que el tratamiento es caro, como puede pasar con el trigo, que es un cultivo muy extendido pero con un tratamiento herbicida caro, de ahí que el uso de alta tecnología pueda ser rentable en parcelas grandes. En España se está trabajando actualmente con girasol, maíz, trigo y olivo y vid.
Estudios pioneros en Europa
España es hoy uno de los países pioneros en la aplicación de alta tecnología a la agricultura. El investigador Pablo González de Santos, del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), lidera un consorcio internacional formado por 19 universidades y empresas europeas de ocho países que está trabajando en el vanguardista proyecto RHEA (Robots fleets for Highly Effective Agriculture and Forestry Management), que diseña flotas de robots para una agricultura altamente eficaz y que cuenta con un presupuesto de más de 8 millones de euros.
Una de las instituciones que participan en este gran proyecto es el Instituto de Agricultura Sostenible de Córdoba, que ha diseñado un proyecto igualmente innovador y que se basa en el uso de drones para la elaboración de imágenes multiespectrales cuyo análisis sirve a los robots para procesar sus actuaciones.
Además, la empresa tecnológica Elecnor está a punto de poner en órbita su segundo satélite, el Deimos 2, que al igual que el primero – el Deimos – venderá información a la Meca de los satélites, Estados Unidos, y servirá imágenes específicas para el análisis de los cultivos españoles en producciones de agricultura de precisión. El proyecto del Deimos 2 supondrá la creación de cerca de un centenar de empleos de alta cualificación y contará con una inversión de 60 millones de euros.
Robótica, aviones sin piloto, satélites comerciales, fotografías multiespectrales… España se sitúa a la vanguardia de la alta tecnología aplicada a la agricultura y lo más importante, empieza también a comercializar el producto de sus investigaciones. Elecnor tiene como cliente al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y el Instituto de Agricultura Sostenible, con el apoyo del CSIC, se está planteando la creación de una empresa de servicios de base tecnológica para explotar su prototipo, además de estar en proceso de patentar alguna de las fases del proyecto.
Fuente: Te interesa.es