El proceso de “aplicación de plaguicidas” no sólo contempla el control eficaz de la plaga involucrada, sino aspectos o connotaciones todavía considerados “colaterales” como son la pérdida de los productos dentro del cultivo (endoderiva) y hacia afuera del mismo (exoderiva) y sus efectos perjudiciales sobre el agroecosistema y la salud humana.
En este trabajo, los autores pertenecientes a la cátedra de Zoología agrícola de la Fac. de Ciencias Agrarias de la UNR, indagan la práctica de pulverización como integradora del concepto “aplicación de plaguicidas”. Esto definido como “el empleo de todos los conocimientos científicos necesarios para que un determinado fitoterápico llegue al blanco, en cantidad suficiente para cumplir su cometido sin provocar contaminación ni derivas (Etiennot, 2005).
Una interpretación sistémica del proceso de aplicación de plaguicidas es la que posibilita una adecuada preparación de los pulverizadores para realizar una tarea exitosa (Massaro, 2004). Esta modalidad de trabajo exige la integración de varias especialidades que, generalmente, no las aborda una sola persona, por lo que demanda el trabajo en equipos.
Como podrá verse, el proceso de “aplicación de plaguicidas” no sólo contempla el control eficaz de la plaga involucrada, sino aspectos o connotaciones todavía considerados “colaterales” como son la pérdida de los productos dentro del cultivo (endoderiva) y hacia afuera del mismo (exoderiva) y sus efectos perjudiciales sobre el agroecosistema y la salud humana.
Muchas veces la evaluación de calidad de aplicación de plaguicidas ni siquiera llega a la cuantificación de la eficacia o resultado del control; sólo se evalúa la calidad de la pulverización, trabajando con la cobertura lograda (gotas/cm2), en diferentes estratos de interés, con el vehículo habitualmente utilizado (agua en pulverizadores terrestres) y algún compuesto coadyuvante, pero sin el plaguicida y su efecto.