La sequía que afecta a Cataluña ha alcanzado niveles alarmantes en la Tierra Alta, provocando una reducción drástica de la producción vitivinícola en la campaña 2024. Un estudio realizado por JARC sobre una muestra de 39 explotaciones agrícolas de la comarca revela pérdidas de cosecha que oscilan entre el 40% y el 90% en las zonas de secano; y entre el 10% y el 60% en las de regadío.
Esta situación excepcional se ha agravado por la falta de efectividad de los riegos de apoyo, que han supuesto un aumento exponencial de los gastos en agua sin garantizar la supervivencia de los viñedos. A pesar de las inversiones en riego, muchos campesinos han visto cómo sus cosechas se han reducido significativamente.
JARC ha alertado sobre la gravedad de la situación y ha solicitado a las administraciones competentes la activación de medidas extraordinarias para atender a las necesidades del sector. En reuniones con representantes del Departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (DARP), la organización ha pedido ayudas específicas para los cultivos de secano, como el cereal, el olivo y los frutos secos, además de la viña.
Las pérdidas productivas generadas por la sequía tienen un impacto económico y social muy importante para los campesinos de la Tierra Alta. Además de las reducciones en los ingresos, muchas explotaciones se ven obligadas a endeudarse para hacer frente a los gastos derivados de la sequía.
JARC insiste en la necesidad de implementar medidas urgentes para paliar los efectos de la sequía y garantizar la viabilidad del sector agrícola en Tierra Alta. Entre las demandas de la organización destacan:
- Ayudas directas: El otorgamiento de ayudas económicas directas a los agricultores afectados para compensar las pérdidas productivas.
- Líneas de crédito preferentes: La puesta en marcha de líneas de crédito con condiciones especiales para facilitar la liquidez de las explotaciones.
- Planes de reconversión: El desarrollo de planes de reconversión agraria para fomentar variedades más resistentes a la sequía y optimizar el uso del agua.
La sequía está poniendo a prueba la resiliencia del sector agrícola en la Tierra Alta. Urge que las administraciones actúen con rapidez y eficacia para atender las necesidades de los campesinos y evitar la pérdida de suelo de cultivo y de actividad económica en la comarca.