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Marruecos impulsa la siembra de nubes para la generación de lluvia artificial para el riego de sus cultivos

Es una técnica química no exenta de polémica, ya que las consecuencias meteorológicas y climáticas a medio y largo plazo de “jugar a ser Dios” se desconocen, lo que ha generado preocupación sobre cómo afectará a España esta alteración atmosférica.

Polémica España - 03/10/2024 11:30:49
Avioneta provista de cargas con productos químicos para la generación de lluvia artificial a través de la siembra de nubes.








Con Marruecos, la polémica siempre está servida. Y es que el país alauí ha reforzado su ya longevo programa de siembra de nubes para la creación de lluvia artificial con un presupuesto de 100 millones de dirhams (unos 9,25 millones de euros) para extender las áreas en las que se realizan estas prácticas a más regiones del país mediante la creación de 12 puestos más de siembra de nubes y dos centros principales en Tensift-Al Haouz y Souss Massa hasta 2025, lo que configuraría un total de 47 puestos y 7 centros principales, con el objetivo de aumentar las precipitaciones en un 20%, según indican desde la Dirección General de Meteorología marroquí.

El programa, denominado “Al-Ghaith” (La Lluvia), y que fue creado en 1984 por el rey Hassan II en colaboración con la Agencia de Desarrollo de Estados Unidos para contrarrestar los efectos de la sequía en el país, ha sido utilizado desde entonces en aquellos momentos en los que se producían episodios de sequía o retraso de las lluvias, y fue reactivado en 2021.

El proyecto se basa en la denominada siembra de nubes, que radica en la idea de que las nubes contienen agua en forma de pequeñas gotas que, por su poco peso, se encuentran suspendidas de la atmósfera y que necesitan un mayor tamaño para caer, por lo que esta técnica consiste en la estimulación de la formación de lluvia mediante la dispersión en la atmósfera de núcleos de condensación, es decir, partículas microscópicas de sal y otros productos químicos que facilitan la condensación de la humedad presente en la atmósfera, como yoduro de plata o hielo seco (CO2), alrededor de las cuáles puede condensarse la humedad presente en las nubes, y que se introducen en éstas mediante avionetas o cañones terrestres, lo que provoca la formación de gotas de agua lo suficientemente grandes como para caer, o cristales de hielo si las temperaturas son bajas, acelerando el proceso de precipitación en forma de lluvia o nieve.

Según la Dirección General de Meteorología de Marruecos, esta técnica ayuda a incrementar el nivel de precipitaciones entre un 14 y un 17% -hasta un 20% en condiciones ideales- y se suele utilizar en Marruecos en el periodo comprendido entre los meses de noviembre y abril, a razón de 22 operaciones, recurriendo a la “polinización de las nubes” con cloruro sódico (sal) y yoduro de plata.

No obstante, matizan que el éxito del proceso de siembra de lluvia requiere de la disponibilidad de factores naturales y condiciones auxiliares, como la presencia de corrientes de aire adecuadas para estimular las nubes y un alto nivel de humedad con bajos niveles de masas de aire en la atmósfera superior. Algo que concuerda con lo que sostienen científicos de la NOAA estadounidenses expertos en esta técnica, que fue iniciada por primera vez en la década de 1940 en Estados Unidos y que se hizo popular en el Oeste del país a partir de la década de 1960, principalmente por la nieve, y es que la siembra de nubes no puede crear agua a partir de un cielo despejado, sino que las partículas deben dispararse hacia una nube de tormenta que ya contiene humedad para que caiga, o que caiga más de lo que caería naturalmente.

Del mismo modo, la Dirección Meteorológica marroquí indica que la siembra de nubes es un proceso que requiere muchas precauciones y un trabajo cuidadoso, ya que va precedido de la toma de muestras de las zonas objetivo, para que los especialistas en esta técnica comiencen a analizar los datos de las nubes y determinar la tasa de éxito antes de comenzar el proceso, y explican que la búsqueda de lluvia artificial se realiza en zonas montañosas de Marruecos cercanas a presas, con el fin de generar copos de nieve que mejoren el lecho fluvial.

En definitiva, una más de las técnicas utilizadas por Marruecos en su carrera por el agua y que, una vez más, no está exenta de polémica.

Una técnica polémica

Desde el país alauí, se expone como un proyecto innovador y pionero en el continente africano "sin consecuencias para el medio ambiente ni para los productos agrícolas, referente en el ámbito mundial entre otros países que también utilizan estas técnicas para la generación artificial de lluvias", como China o Emiratos Árabes Unidos, y que ha servido de referencia para países africanos como Mali, Burkina Faso y Senegal con el fin de abastecer a su población y de regar miles de hectáreas de cultivos. 

Sin embargo, y pese a que esta técnica catalogada como geoingeniería climática lleva utilizándose desde hace décadas a nivel global, aún se desconocen los efectos a medio y largo plazo tanto para el clima como para el medio ambiente y la salud humana, ya que las consecuencias de “jugar a ser Dios” pueden ser impredecibles. Los expertos señalan que, por un lado, la lluvia artificial puede contener productos químicos contaminantes que afecten al agua de calidad. Asimismo, destacan que alterar la humedad relativa de la atmósfera puede provocar sequías inesperadas o lluvias intensas, así como incrementar los fenómenos meteorológicos extremos, como tormentas, rayos, granizo o incluso tornados. Además, la caída de lluvias abundantes en zonas no habituadas puede provocar inundaciones y escorrentía, acelerando la erosión del suelo.

Tanto es así, que un informe posterior a la Cumbre del Clima COP28 de 2023, señala que la geoingeniería climática “podría desencadenar una serie de reacciones en cadena con riesgos significativos para los seres humanos, los océanos, las temperaturas globales y la biodiversidad”, a lo que se la advertencia de Emma Rittkamp-Bloen, presidenta de la Comisión Mundial de Ética del Conocimiento Científico y la Tecnología de la Unesco, quien afirma que “la geoingeniería climática presenta riesgos, tanto en términos de su interacción con el clima como por su potencial para aumentar los riesgos existentes y generar otros nuevos. Antes de continuar con el desarrollo de estas nuevas tecnologías, es necesario comprender completamente cuáles son sus efectos y sus implicaciones éticas. Todo debate sobre ingeniería climática debe tener una dimensión ética y política simultánea, reflejando los intereses opuestos de diversas regiones y comunidades”. 

Unas últimas palabras que reflejan la preocupación que se ha generado en España, como zona geográfica limítrofe con Marruecos, al conocer los planes de ampliación de generación de lluvia artificial del país africano, y por tanto, de modificación unilateral y sin diálogo político alguno con los países limítrofes, de las condiciones atmosféricas, con los consiguientes posibles cambios en los patrones climáticos, y es que las consecuencias de la aplicación de dichas técnicas y cómo afectarán a la meteorología y al clima españoles son imprevisibles, se desconocen, generando incertidumbre y preocupación, entre otros sectores, en la agricultura, que pese a que sufre la falta de agua para el riego de los cultivos, ve con recelo la aplicación de técnicas que puedan traer males mayores.

Redacción Infoagro: Lydia Medero

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