En las Islas Marshall, donde las vibrantes aguas turquesas del Océano Pacífico se encuentran con atolones dispersos, la palma de coco se erige majestuosamente como un emblema vital de sustento y un profundo símbolo cultural.
Conocida cariñosamente como "el árbol de la vida", la palma de coco está profundamente integrada en el estilo de vida de las Islas Marshall, inspira leyendas y sirve para una variedad de propósitos prácticos.
Una de esas leyendas cuenta la historia de un enorme cocotero que surgió de la tumba de un jefe venerado. Se dice que sus frondas se extendían hacia los cielos mientras que sus raíces se extendían profundamente hacia el inframundo, simbolizando un puente sagrado entre los reinos espiritual y humano.
Este cuento ejemplifica la profunda conexión espiritual que el pueblo de las Islas Marshall tiene con la naturaleza.
En la vida diaria, cada parte de la palma se utiliza con gran respeto: las hojas se tejen en techos de paja y esteras; Los troncos se convierten en canoas duraderas y los propios cocos proporcionan un alimento esencial.
Más allá de estos usos, el árbol simboliza resiliencia y continuidad, recordando a la comunidad la interconexión de la vida.
Sin embargo, este alimento básico cultural y ecológico crítico ahora está amenazado por el escarabajo rinoceronte del coco (Oryctes rhinoceros). Originaria de los países asiáticos, esta plaga ha llegado a varias partes del Pacífico, planteando amenazas importantes para la agricultura y los ecosistemas locales.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) respondió evaluando el impacto del escarabajo y encabezando intervenciones estratégicas para controlar su propagación.
Los escarabajos rinoceronte adultos, que se distinguen por el cuerno prominente de los machos que se utilizan en las batallas de apareamiento, pueden medir entre 35 y 50 milímetros de largo.
En un principio, la plaga se detectó en las proximidades del aeropuerto internacional Amata Kabua, situado en la parte occidental de Rairok, en el lado sur del atolón de Majuro, capital de la República de las Islas Marshall. El descubrimiento se consideró tan peligroso que el Gobierno de las Islas Marshall declaró el estado de emergencia en el país el 2 de octubre de 2023.
El ciclo de vida del escarabajo rinoceronte implica una metamorfosis completa, pasando de huevo a larva, pupa y luego a escarabajo adulto. Las hembras ponen huevos en restos orgánicos en descomposición, como troncos de cocoteros y montones de hojas, donde las larvas (gusanos de color blanco cremoso con cabezas marrones) se alimentan y crecen, alcanzando potencialmente hasta 60 milímetros de largo.
Esta etapa puede durar varios meses, dependiendo de las condiciones ambientales, antes de pupar en células de tierra y emerger como adultos en 20 a 25 días.
Los escarabajos adultos son particularmente destructivos ya que excavan en las hojas de palma cerradas para alimentarse de tejidos esenciales, dañando las espatas y provocando la pérdida de los racimos de nueces. Estos daños reducen el rendimiento de los cocos, que son exportaciones cruciales para las islas, valoradas en aproximadamente 15 millones de dólares al año y producidas predominantemente por pequeños agricultores.
Dado que el cultivo de cocos cubre la mayor parte de la tierra de las islas (excepto los atolones más urbanizados), la infestación de escarabajos no es simplemente una cuestión agrícola sino una crisis que amenaza los cimientos de la cultura isleña.
A petición del gobierno, la FAO lideró los esfuerzos para gestionar estas plagas y controlar su propagación. Estos esfuerzos incluyen la desinfección de los árboles afectados y la implementación de soluciones de manejo integrado de plagas (IPM), diseñadas específicamente para satisfacer las necesidades únicas de las islas.
Shoki AlDobai, jefe del equipo de la FAO sobre langostas y plagas y enfermedades transfronterizas de las plantas, destacó el carácter crítico de estas medidas y afirmó: "El apoyo urgente tiene como objetivo proteger los recursos vitales del coco y el bienestar de las comunidades insulares y fortalecer la respuesta del gobierno al brote del escarabajo rinoceronte."
La estrategia más amplia de MIP de la FAO tiene como objetivo reducir la dependencia de los pesticidas, que pueden exacerbar los problemas de plagas y plantear riesgos para la salud humana y ambiental.
Este enfoque equilibra las plagas y sus enemigos naturales, integrando estrategias biológicas, físicas y culturales para cultivar cultivos saludables y minimizar el uso de pesticidas. El objetivo es promover un enfoque ecosistémico sostenible, fomentando mecanismos naturales de control de plagas y fomentando el crecimiento de cultivos resilientes, evitando en la medida de lo posible los métodos químicos.
Maged Elkahky, Oficial de Agricultura de la FAO que trabaja en langostas y plagas y enfermedades transfronterizas de las plantas, también destacó la importancia de la aplicación de las medidas fitosanitarias, la sensibilización y el seguimiento periódico de las plagas transfronterizas de las plantas, como la BCR, para prevenir su introducción. La detección temprana de CRB y plagas similares permite una acción temprana y mejora las posibilidades de contención e incluso de erradicación potencial.
Para mejorar la capacidad local para manejar eficazmente esta plaga, las sesiones de capacitación para oficiales de campo y protección fitosanitaria han sido cruciales. Además, se ha desarrollado un plan de acción nacional para mejorar la vigilancia y la coordinación entre las partes interesadas, evitando la propagación del escarabajo a nuevas áreas y creando conciencia sobre estrategias efectivas de manejo de plagas en todas las islas.
Hemant Nitturkar, Oficial de Agricultura de la FAO en Samoa, destacó la importancia de aumentar la conciencia y la participación de la comunidad en la prevención, contención y gestión de plagas transfronterizas, junto con la promoción de tecnologías accesibles y apropiadas para el contexto.
Este esfuerzo coordinado ha logrado limitar la presencia de la plaga al atolón de Majuro, lo que refleja un proceso dinámico arraigado en principios ecológicos. Su objetivo es mantener las funciones del ecosistema y al mismo tiempo salvaguardar el patrimonio de las Islas Marshall y su preciado "árbol de la vida".