La cada vez mayor escasez de agua derivada de la falta de precipitaciones que conlleva el cambio climático, junto con las altas temperaturas y la salinidad del suelo, son algunos de los grandes problemas de la agricultura hoy en día. El déficit hídrico que ocasionan la sequía y la salinidad provoca un estrés osmótico que, sumado a la toxicidad del sodio y del cloruro, produce deficiencias en la toma de algunos nutrientes esenciales como el potasio, afectando al crecimiento de las plantas y limitando enormemente su potencial agrícola, dando lugar, incluso, a la muerte de las plantas, provocando cosechas fallidas. Y es que casi una cuarta parte de todas las tierras agrícolas de regadío, se ven afectadas por la salinización, lo cual se ve agravado por el aumento del nivel del mar, el aumento de la sequía y el aumento de las temperaturas.
El suelo salino perjudica el desarrollo de las raíces laterales, que la planta utiliza para absorber agua y nutrientes, ya que la sal dificulta la capacidad de la planta para reconocer las señales de la hormona que regula el crecimiento de éstas, llamada auxina, provocando que haya un menor número de raíces laterales y afectando, por tanto, a la salud de la planta.
Por ello, muchas de las investigaciones científicas que se están llevando a cabo en este sentido, buscan soluciones que permitan a las plantas crecer en entornos hostiles. En esta labor, investigadores de la Universidad de Wageningen se preguntaron por qué unas especies de plantas son más resistentes a la salinidad que otras, para lo cual escogieron como modelo el berro Thale.
"Investigaciones anteriores ya revelaron que la proteína LBD16 actúa como interruptor entre la hormona vegetal auxina y el desarrollo de las raíces laterales. LBD16 activa los genes responsables del desarrollo de las raíces laterales. En suelo salino, es de esperar que el funcionamiento de las auxinas se vea afectado, pero también es de esperar que disminuyan los niveles de la proteína LBD16", indica la profesora de fisiología vegetal Christa Testerink. Sin embargo, fruto de la investigación, se descubrió que, en los berros, pese a la disminución drástica de las auxinas en ambiente salino, los niveles de LBD16 aumentaban, permitiendo a la planta seguir produciendo, aunque en menor medida, raíces laterales, lo que sugería un proceso alternativo que impulsaba el crecimiento de la proteína.
"Hay decenas de miles de posibles candidatos que podrían regular el LBD16 en una planta. Estás buscando una aguja en un pajar. Las predicciones hacen posible una búsqueda más específica", explica Aalt-Jan van Dijk, investigador del grupo de Bioinformática. Por tanto, para ello, utilizaron un método computacional en el que se alimentó un modelo de aprendizaje automático con datos de factores de transcripción de experimentos y se utilizaron patrones para predecir si un factor de transcripción particular regula a otro o no, lo que reducía la lista de posibles candidatos para regular la proteína LBD16.
"Logramos encontrar esta ruta al descubrir otro activador, la proteína ZAT6. Esta proteína asume el papel de regulador de las auxinas", destaca Testerink.
Un hallazgo que pone las bases para futuros estudios sobre redes moleculares locales similares relacionados con el crecimiento de las raíces laterales, ayudando a las plantas a crecer en ambientes hostiles de salinidad, sequía o altas temperaturas, lo que podría ser de gran ayuda a los fitomejoradores a la hora de crear nuevas variedades más resistentes al estrés abiótico.
Redacción Infoagro: Lydia Medero
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