El Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural está terminando de terminar la campaña de tratamientos aéreos para el control de la procesionaria del pino. En total, se tratará una superficie de 20.000 hectáreas con avioneta y helicóptero de 8 comarcas y 39 municipios. Este año, se constata un ligero aumento de la superficie afectada gravemente por la plaga.
A pesar de la sequía acumulada y las altas temperaturas del pasado invierno, los tratamientos que el Departamento hace cada otoño se demuestran eficaces y han mantenido estable la población de procesionaria.
El porcentaje de pinares con algún grado de afectación por este insecto defoliador en Cataluña se mantiene en torno al 15%. Siguen disminuyendo las afectaciones más graves y las que provocan las molestias más importantes en cuanto a salud, ganadería, ocio y paisaje (que ya son inferiores a las 10.000 hectáreas). En 2016, las afectaciones graves se daban en casi 60.000 hectáreas, mientras que este año sólo en 6.655.
La mayor parte de los tratamientos, casi un 90%, se centran en cuatro comarcas: el Solsonès (que representa el 26%), el Bages, el Berguedà y el Pallars Jussà. Además, se realizan tratamientos en la Noguera, el Alt Urgell, el Ripollès y Osona.
Un tratamiento que debe realizarse en otoño
El tratamiento más efectivo para combatir a la procesionaria en el ámbito forestal es el aéreo, que se aplica en otoño, en los primeros estadios de desarrollo de las orugas. De acuerdo con los estudios de evaluación de las campañas que se realizan cada año, las defoliaciones en las zonas tratadas son muy inferiores a las zonas equivalentes no tratadas, lo que demuestra su efectividad.
Control biológico
La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es un insecto autóctono. El objetivo de estos tratamientos no es erradicar el organismo, sino ayudar a controlarlo naturalmente cuando existen picos poblacionales a fin de contribuir al equilibrio de sus poblaciones en los pinares. Cabe recordar que, además de ocasionar perjuicios importantes a las economías locales (turismo rural, ganadería, sector forestal...), origina urticaria y trastornos alérgicos a las personas y animales.
El producto que se utiliza es biológico (Bacillus thuringiensis var. kurstaki), compatible con la agricultura ecológica, y no está clasificado como tóxico ni peligroso para el medio ambiente ni para los organismos acuáticos. Además, debe tenerse presente que la normativa que regula este tipo de tratamientos es muy estricta y garantiza que no haya problemas ni para la población ni para el medio ambiente.