La llanura de Berrechid ha sido históricamente conocida como el granero de Marruecos por su vasta producción de cereales y forraje y, más recientemente, ha sido un importante centro de producción de leguminosas. Durante las últimas dos décadas, la llanura ha experimentado una intensificación desordenada del riego. Entre 2007 y 2017, la producción de zanahorias, por ejemplo, aumentó casi un 500 por ciento. A pesar de los beneficios económicos inmediatos, este proceso ha sido una de las causas de la sobreexplotación del acuífero Berrechid, cuyo más del 95 por ciento del agua bombeada se destina a la agricultura.
Hoy en día, el acuífero de Berrechid es uno de los más agotados de Marruecos. Se ha extraído más agua del acuífero que su capacidad natural de recarga. La reserva ha registrado un déficit anual de 32 millones de metros cúbicos (el equivalente a 12.800 piscinas olímpicas) debido al uso excesivo y a patrones de lluvia cada vez más erráticos. El acuífero también sufre niveles crecientes de contaminación debido a las actividades agrícolas.
Las comunidades rurales y los agricultores de Berrechid dependen de este acuífero esencial para vivir y cultivar los cultivos de los que dependen los ingresos de sus hogares y su seguridad alimentaria.
Aunque el país había establecido sistemas legales e institucionales para regular el uso del agua subterránea, durante varios años la mayoría de los pozos en el área no fueron declarados ni monitoreados. Las tarifas del agua no se pagaron y las perforaciones ilegales aceleraron el agotamiento del acuífero.
"La vida se vuelve más difícil con la escasez de agua", dice Said Fikri, un agricultor de Berrechid. "Necesitamos una agricultura sostenible que no agote el agua, para que nuestros hijos puedan continuar con nuestro trabajo".
Presión creciente
El caso de Berrechid arroja luz sobre algunas de las principales preocupaciones sobre la gestión del agua en Marruecos en general. El país enfrenta un “estrés hídrico estructural” debido al crecimiento demográfico combinado con el cambio climático y la creciente demanda urbana e industrial de agua.
Al igual que en Marruecos, el agua es increíblemente valiosa en todo el Cercano Oriente y el norte de África. La disponibilidad de agua dulce en la región es alrededor de una décima parte del promedio mundial, habiendo disminuido un 78 por ciento entre 1962 y 2018, en comparación con una reducción global del 59 por ciento durante el mismo período.
Mientras que hace unas décadas los pozos bombeaban agua desde 50 metros bajo la superficie, ahora es casi tres veces más profundo, lo que agrava las dificultades de acceso a los recursos hídricos.
Un acuerdo decisivo en la llanura
En 2011, la Agencia de Cuenca Hidráulica de Bouregreg y Chaouia (ABH-BC), una división gubernamental que supervisa el uso del agua en las áreas de Bouregreg y Chaouia, que incluye el acuífero Berrechid, comenzó a negociar un acuerdo de gobernanza del agua para frenar el déficit de aguas subterráneas en Berrechid y garantizar la gestión sostenible de estos recursos.
En noviembre de 2021, este proceso, facilitado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), resultó en la firma de dos contratos entre ABH-BC y dos asociaciones de usuarios de agua, como un primer paso hacia un contrato más amplio que ir más allá de la agricultura e involucrar a todos los actores interesados en la cuenca del Berrechid.
Los contratos otorgan autorización y regulan el uso anual de aguas subterráneas por hectárea. Los agricultores deben instalar medidores de agua, pagar tarifas y comunicar trimestralmente los volúmenes consumidos.
Financiado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo, el proyecto Eficiencia, productividad y sostenibilidad del agua en las regiones NENA de la FAO apoyó al gobierno marroquí proporcionando evidencia científica sobre la disponibilidad y productividad del agua y facilitando el diálogo. La FAO ayudó a reunir a las diferentes partes para sensibilizarlas sobre la gravedad del agotamiento del acuífero, resaltar la importancia de tener un acuerdo a largo plazo y facilitar su participación.
El éxito del acuerdo entre el Gobierno y dos asociaciones privadas representa un hito para Marruecos y la región en general.
“El proceso de gobernanza que tuvo lugar durante la última década fue un ejemplo notable de proceso participativo que culminó en una manera responsable de mirar el acuífero, que es consciente de las generaciones futuras y refleja cómo los diferentes actores públicos y privados pueden colaborar cuando tienen la motivación y las condiciones adecuadas para ello”, destaca Abdelhak Laiti, Representante Adjunto de la FAO en Marruecos.
Terreno común
A lo largo de los años, la disponibilidad cada vez menor del recurso y las crecientes tensiones y competencia por las aguas subterráneas han dado paso gradualmente a un espíritu de cooperación entre agricultores y reguladores estatales. La recopilación y difusión de datos sobre la sobreexplotación de las aguas subterráneas ha demostrado que no hay tiempo para desacuerdos.
Este proceso también ayudó a generar entendimiento y confianza entre el gobierno y los agricultores. Mientras que antes los agricultores se resistían a firmar un contrato de acuífero, hoy son ellos quienes los defienden.
Para complementar el proceso de gobernanza, la FAO organizó escuelas de campo para agricultores para ayudarlos a emprender una gestión más sostenible de los recursos naturales.
“El proyecto nos proporcionó información valiosa sobre cuestiones de riego y prácticas agrícolas, lo que nos permitió reducir las cantidades de agua utilizadas y, por lo tanto, reducir los costos de producción y mejorar nuestros ingresos”, dice Berrechid, propietario de un campo de zanahorias en la comuna de Jakma.
“Gracias a esto, hemos ahorrado un 50 por ciento de agua en comparación con el riego por gravedad”, exclama Said.
Fortalecer la gobernanza del agua sostenible e inclusiva es un proceso vivo. El diálogo continuo y la transparencia, así como la inversión en datos precisos, serán clave para prevenir futuros conflictos que puedan surgir debido a la falta de información o las desigualdades en el acceso a los recursos hídricos.