El 20 de mayo, la Comisión Europea publicó dos documentos que ya establecen las directrices para las políticas agrícolas europeas para los próximos diez años: el programa "De la granja a la mesa" y Biodiversity Horizon 2030. El programa "De la granja a la mesa" contiene 27 iniciativas que sin duda marcarán la agricultura en la próxima década. Estos incluyen reducir los pesticidas y antibióticos en el ganado en un 50%, reducir los fertilizantes en un 20%, aumentar el área bajo agricultura orgánica en un 25%, contribuir al enfriamiento del planeta o mejorar el bienestar animal y la posición de los agricultores y agricultores en la cadena de valor.
La estrategia "Del campo a la mesa" suena genial, incluye muchas iniciativas y propósitos que aparentemente deberían ser positivos para el campo y para la sociedad en general. Pero tan pronto como investigamos, vemos que no todo lo que brilla es oro.
Para empezar, esta estrategia coloca a los agricultores y campesinos como la causa de todos los impactos negativos del sistema alimentario sobre el clima. Todas las medidas están destinadas a regular las actividades agrícolas. Para el resto de los agentes del sistema alimentario –industrias, fabricantes de insumos, distribuidores, transportes, maquinaria, etc.– difícilmente existe un código de conducta y buenas prácticas que sabemos bien, por experiencia, que no se va a cumplir.
Por lo tanto, es sorprendente que no haya una visión crítica con aspectos altamente contaminantes y que provoquen el cambio climático, como la vocación agresiva de exportación de la Unión Europea o los acuerdos de libre comercio en los que la producción de alimentos siempre es una moneda y se están firmando con Multitud de países a miles de kilómetros de distancia, obligando a un comercio de alimentos que podrían ser producidos y consumidos en los mismos países de origen para no contribuir al calentamiento global.
Si analizamos algunas medidas en particular, sucede lo mismo. Por ejemplo, cuando se trata de reducir el uso de fertilizantes, no distingue entre fertilizantes orgánicos producidos y utilizados en la propia granja y fertilizantes sintéticos industriales. Tampoco diferencia entre el pastoreo y la ganadería extensiva, ni habla del modelo de agronegocios que favorece las áreas más críticas de la ganadería intensiva. En este sentido, al culpar al ganado por el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura (que en sí mismo es la causa del 10,3% de las emisiones globales), no hay diferencia entre el ganado intensivo y sin tierra y lo que se hace. basado en pastos. Esto pondrá todos los modelos de ganado en la misma bolsa se repetirá en temas como el bienestar animal.
Del mismo modo, cuando se trata de aumentar el área de la agricultura orgánica se refiere solo a un sistema de cultivo, por lo que entendemos que la producción orgánica industrial y reubicada será bienvenida para ahorrar mano de obra a expensas de los derechos laborales y humanos de miles de personas. personas y grandes cantidades de combustibles fósiles para llevar alimentos "de la granja a la mesa".
La nueva estrategia de la Comisión Europea para la agricultura en sí misma prevé mejorar la posición de los agricultores en la cadena de valor. La principal "novedad" presentada por la nueva PAC a este respecto, además del Reglamento de la Organización del Mercado Común y la Directiva sobre prácticas comerciales desleales, es el fuerte apoyo a las intervenciones sectoriales. "La piedra angular de este sistema es la cooperación de los productores, lo que les permite fortalecer su posición en la cadena de suministro, así como su resistencia a los desafíos económicos y ambientales". En España tenemos el ejemplo de la aplicación de intervenciones sectoriales en el sector hortofrutícola, que ahora intenta extenderse a más sectores. Con estas intervenciones sectoriales y los objetivos propuestos en el Reglamento de la PAC, parece que lo que se está haciendo es privatizar definitivamente el control de la producción y la gestión de crisis y que la posición en la cadena de valor de los agricultores sigue siendo la de proveedores de materia prima barata.
Una estrategia que profundiza en crear negocios para las industrias de siempre y entregar la agricultura a la burocracia
En resumen, para la Unión de Campesinos de Galicia, más que una estrategia para la agricultura, "De la granja a la mesa" parece una estrategia de marketing, un lavado de cara de las políticas agrícolas de la Unión Europea frente a una sociedad cada vez más consciente del cuidado de planeta y con ecología y, por lo tanto, contrario al tremendo impacto que el sistema alimentario industrial dominante está teniendo en el medio ambiente y el clima. Este estiramiento facial consiste en etiquetar producciones ecológicas y sostenibles intensivas y reubicadas, con miles de kilómetros y toneladas de combustibles fósiles entre la granja y la mesa a la que alude el eslogan, y altamente dependientes de los paquetes tecnológicos de las industrias agrícola, química y farmacéutica.
Para dar dos ejemplos: Syngenta tiene una amplia gama de proyectos de biodiversidad agrícola e invertirá 2.000 millones de euros en los próximos cinco años para acelerar la innovación en la agricultura sostenible en todo el mundo. Bayer dice que las propuestas de la estrategia "De la granja a la mesa" reflejan muchos de sus compromisos: protección de plantas orgánicas, mejora de plantas, semillas mejoradas, agricultura de precisión, agricultura digital. Que las industrias directamente involucradas en la contaminación química y el cambio climático ahora se posicionan como salvadoras de una crisis a la que han contribuido y ya lo están contribuyendo todo.
Por el contrario, muchos proyectos verdaderamente sostenibles quedarán fuera del sistema porque les será imposible cumplir con todos los requisitos burocráticos que conllevarán estas medidas: documentar las reducciones porcentuales propuestas será un gasto y un proceso que muchas granjas pequeñas y no tan pequeñas en Galicia probablemente no podrán enfrentarse a él. Otro tema preocupante, en su mayor parte, será el uso de todos estos datos generados por las granjas que serán apropiados por la industria ya que no hay marcos regulatorios y de control sobre ellos. Como siempre, todo estará en manos de asesoramiento privado y, en muchos casos, en el asesoramiento proporcionado por las propias empresas que venden insumos o compran el producto a las granjas.
Desde el SLG estaremos atentos para ver cómo las 27 iniciativas de la estrategia "De la granja a la mesa" en la futura Política Agrícola Común (PAC), pero tenemos mucho miedo de que no ocurra otra operación de comercialización, a la que ya estamos acostumbrados, que consiste en maquillaje verde y ecológico que no lo es.
Comercialización
Importaciones
Reivindicaciones
Relevo generacional
