Chile 30/09/2008
Hace un par de años, cuando tratábamos de convencer a algunos inversionistas privados de entrar a un nuevo negocio que diseñábamos, nos dimos cuenta de que la situación de la Bolsa, creciendo a más de 30% anual, era un pesado benchmark sobre el sector forestal, donde negocios que superen el 18% real son difíciles de encontrar, sobre todo si constituyen start–ups (compañías nuevas sin historia y, por ende, sin acceso relevante a financiamiento bancario en Chile).
La actual crisis financiera de EE.UU., inicialmente gatillada por las hipotecas de mala calidad, se traduce hoy día en una crisis de liquidez derivada del alto endeudamiento de los bancos de inversión, que se cimentaba en una expectativa de crecimiento ilimitado de las garantías (fundamentalmente el precio de las viviendas). Pongámoslo en perspectiva: si usted se endeuda al 5% anual para comprar instrumentos que rentan 8%, logra una ''pasada'' interesante. Ella está limitada por el tamaño de la deuda que el sistema le acepte. Un hedge fund como Long Term Capital, que se apalancó 40 a 1, permitió que operaciones como la anterior implicaran retornos al capital de sus accionistas superior al 120% anual. Imagine que hubo fondos apalancados más de 100 a 1. No hay genialidad en eso, mucho menos cuando la demanda por títulos hace que los retornos bajen y los ejecutivos deciden buscar activos de menor calidad.
En este nuevo escenario financiero los inversionistas han modificado sus criterios y hoy la tendencia parece mostrar una búsqueda sistemática de ''refugio'' en activos más seguros, basados en la economía real y contracíclicos (en general, favoritos de aquellos que buscan retornos de largo plazo). Es decir, activos como los que busca desarrollar el sector forestal.
Sin embargo, la crisis financiera ha hecho que el Housing Starts de EE.UU. siga hundiéndose más allá del pequeño ''rebote'' de junio. Y, en agosto, se encuentraba en menos de 900 mil unidades (menos del 45% de los índices en los ''tiempos dorados''), lo que determina una severa contracción de la demanda de materiales de construcción, en particular molduras de madera (otrora un producto excepcional de exportación). Muchos ejecutivos del sector aserraderos, no integrados a Arauco o CMPC se preguntan si hay un espacio posible para ellos en este contexto.
La respuesta es sí y no.
Si uno quiere producir lo mismo que los grandes jugadores y no tiene escala que le permita reducir los costos de producción; no tiene diversificada su colocación en distintos mercados; o no tiene acceso a condiciones favorables de flete, en realidad no hay espacio en el mercado.
Ahora bien, si uno decide ingresar a esos nichos que por escala o especificidad no son de interés de las grandes empresas; si decide diferenciar su oferta de servicios (y no sólo de productos); si actúa proactivamente para generar mecanismos de asociación que reduzcan las asimetrías de volumen; y si establece relaciones de cooperación mutuamente beneficiosas con los líderes de mercado, entonces la nueva ola de inversiones (que irán de lo silvícola a lo ambiental, y de lo comoditizado a lo sofisticado) no será un espejismo para los pequeños y medianos operadores, sino el inicio de una nueva época de cambios en el sector.