ESPAÑA 16/09/2008
La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos, COAG Andalucía, considera que, con las actuales perspectivas de cara a la próxima campaña, la rentabilidad del cereal andaluz está amenazada.
Esta organización agraria ha llevado a cabo diversos estudios que pronostican importantes incrementos de costes, confirmando así la tendencia que se viene produciendo en los últimos años. En el caso del trigo duro, cultivo que ocupa unas 300.000 hectáreas en nuestra comunidad, las previsiones para la campaña que comienza en el próximo otoño hablan de subidas de entre un 70% y un 100% en el caso de los principales fertilizantes específicos. Se confirma así la tendencia al alza que vienen registrando los costes de producción desde hace varios años, y que fue de más de un 30% de media en la campaña que ahora concluye (2007/2008), con incrementos que superaron el 60% en el caso de las semillas, el 45% en el caso del gasóleo y el 50% en los fertilizantes. Esto ha hecho que un productor medio, con una explotación de unas 80 hectáreas de cereal de secano, haya sufrido un incremento en los gastos de más de 14.400 euros.
Se da la circunstancia de que en la campaña 2006/2007 el incremento de los gastos pudo verse más o menos compensado con la subida de las cotizaciones y esto ha provocado, en opinión de COAG, que exista una visión sobre el sector que no se corresponde con la realidad. De hecho, la campaña que ahora concluye (2007/2008) está marcada por un descenso generalizado de los precios que ronda el 33%, el cual, unido al incremento de los costes, provoca que el beneficio del agricultor se haya reducido más de un 56%.
Si se mantiene la tendencia a la baja de los precios, muy pronto los costes de cultivo serán superiores a los beneficios, de ahí que, de cara a la próxima campaña (que comenzará con la siembra en el próximo otoño), las ayudas sean imprescindibles para hacer rentable la actividad.
En el panorama internacional las previsiones de campaña son buenas para los principales países productores (la bonanza de la campaña pasada se debió en parte a los malos resultados obtenidos en Australia y Ucrania, dos zonas netamente productoras). Además, se da la circunstancia de que numerosos países de la OMC están poniendo en práctica la intervención pública, con objeto de fomentar la producción de cereales y así garantizar el abastecimiento interno.
Mientras tanto, la Unión Europea ha eliminado todos los mecanismos de intervención y mantiene un sistema de ayudas desacopladas que desincentiva la producción: ante la falta de rentabilidad del cultivo (provocada por la tendencia al alza de los costes y a la baja de los precios), el agricultor puede activar sus derechos de pago único sin llegar a sembrar. De este modo, aumenta la dependencia de las importaciones y se corre el riesgo de sufrir un desabastecimiento de los mercados, ante la ausencia de stocks estratégicos.
Hay que destacar también que, si bien el incremento de los precios de los cereales en la campaña pasada se repercutió de forma inmediata al consumidor, elevando de forma más que proporcional el precio de los productos de primera necesidad, no ocurrirá lo mismo ahora que el precio se reduce considerablemente.
Se pone así de manifiesto, una vez más, que la actual política agraria comunitaria es incapaz de garantizar la estabilidad de los precios y, con ello, la regularidad de la producción, al tiempo que aumenta la dependencia de terceros países en un sector estratégico como el agrario y coloca a la alimentación en el objetivo de la economía especulativa.