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Erradicar hambre

El mundo sólo necesita 30 000 millones de dólares anuales para erradicar la amenaza del hambre

Ya no hay tiempo para seguir hablando: es necesario actuar

ESPAÑA 04/06/2008


Tras señalar que ya no hay tiempo para seguir hablando y que es necesario actuar con urgencia, el Director General de la FAO, Jacques Diouf, solicitó a los líderes mundiales 30 000 millones de dólares EE.UU. anuales para relanzar la agricultura y evitar amenazas futuras de conflictos generados por la carestía de los alimentos.

En un discurso apasionado en la apertura de la Cumbre de Roma, convocada para hacer frente a la actual crisis alimentaria mundial, Diouf indicó que en 2006 el mundo gastó 1,2 billones de dólares EE.UU. en armamento, mientras se desperdició comida por valor de 100 000 millones de dólares y el exceso de consumo por parte de los obesos ascendió a otros 20 000 millones a nivel mundial.

“Frente a este telón de fondo, ¿como explicamos a personas con sentido común y buena fe que no es posible encontrar 30 000 millones de dólares al año que permitan a 862 millones de personas hambrientas disfrutar del más elemental de los derechos humanos: el derecho a la alimentación, y por tanto el derecho a la vida?, se preguntó Diouf.

“Son recursos de esta magnitud –añadió- los que permitirán enterrar de forma definitiva el espectro de los conflictos por los alimentos que se anuncian inminentes en el horizonte”

Incremento de la producción en los países pobres

“La solución estructural al problema de la seguridad alimentaria en el mundo estriba en incrementar la producción y la productividad en los países de bajos ingresos y déficit alimentario”, aseguró.

Ello requiere “soluciones innovadoras e imaginativas”, que incluyen “acuerdos de asociación entre países que tienen recursos financieros, capacidad de gestión y tecnología y países que tienen tierra, agua y recursos humanos”.

La presente crisis alimentaria mundial ya ha tenido, según Diouf “trágicas consecuencias sociales y políticas en diferentes países”, y podría poner en peligro aún más “la paz y la seguridad mundiales”.

Pero advirtió que la crisis es en esencia “la crónica de un desastre anunciado”. A pesar de la promesa solemne realizada durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 de reducir a la mitad el número de hambrientos en el mundo para 2015, los recursos para financiar programas agrícolas en países en desarrollo no solo no han aumentado, si no que han disminuido de forma significativa en estos años.

Programa contra el hambre

Según un programa preparado para la segunda cumbre mundial sobre la alimentación celebrada en 2002, se habrían necesitado 24 000 millones de dólares para financiar dicho programa, recordó Diouf.

Pero, continuó, “hoy los hechos hablan por sí solos: entre 1980 y 2005, la ayuda a la agricultura cayó de 8 000 millones de dólares EE.UU. (con valor de 2004) en 1984 a 3 400 millones en 2004, con una disminución en términos reales del 58 por ciento”.

El porcentaje dedicado a la agricultura dentro de la Ayuda Oficial al Desarrollo descendió de un 17 por ciento en 1980 al 3 por ciento en 2006, añadió.

Los países en desarrollo, junto a la FAO, elaboraron políticas, estrategias y programas que habrían garantizado la seguridad alimentaria mundial, de haber recibido los fondos apropiados, indicó el responsable de la Organización de la ONU. “Lamentablemente –explicó-, la comunidad internacional reacciona tan solo cuando los medios de comunicación llevan a las hogares de los países ricos el espectáculo estremecedor del sufrimiento en el mundo”.

Inestabilidad política y social

El Director General aseguró que ya había alertado a la opinión pública el pasado septiembre sobre los riesgos de inestabilidad social y política provocados por el hambre, y que en diciembre había solicitado 1 700 millones de dólares EE.UU. para ayudar a los campesinos a superar la crisis con semillas, fertilizantes, piensos para los animales y otros insumos.

Pero en general este llamamiento no había sido escuchado, a pesar de la amplia cobertura mediática y la correspondencia con los Estados Miembros y las instituciones financieras. “Solamente cuando los desposeídos y los excluidos de las mesas abundantes de los ricos salieron a la calle para expresar su descontento y desesperación, se produjeron las primeras reacciones a favor de la ayuda alimentaria”, se lamentó Diouf.

“Hoy es importante darse cuenta que hace tiempo que se acabó el tiempo para discutir. Ha llegado la hora de pasar a la acción”, subrayó.

En la actualidad hay 862 millones de personas en el mundo sin acceso adecuado a los alimentos, recordó el responsable de la agencia de Naciones Unidas. Pero la presente crisis alimentaria ha ido más allá de su dimensión humanitaria tradicional ya que también ha afectado a los países desarrollados, en donde se ha disparado la inflación.

Decisiones valientes

“Si no tomamos de forma urgente -advirtió Diouf- las decisiones valientes que requieren las circunstancias, las medidas restrictivas que tomarán los países productores para cubrir las necesidades de sus poblaciones, el impacto del cambio climático y la especulación sobre los mercados de futuros pondrán al mundo en una situación de peligro”.

Se necesitan soluciones sostenibles y viables para reducir la diferencia entre la oferta y la demanda. En caso contrario “cualesquiera que sean sus recursos financieros, algunos países no encontrarán alimentos para comprar”.

El responsable de la FAO señaló que las contradicciones y distorsiones a nivel político internacional han contribuido a la actual crisis.

“Nadie entiende –dijo- como en los países desarrollados puede crearse un mercado par las emisiones de carbono por valor de 64 000 millones de dólares EE.UU., pero no se encuentran fondos para prevenir que cada año la deforestación destruya 13 millones de hectáreas”.

Alimentos contra combustible

También resulta incomprensible el hecho de que hayan sido necesarios subsidios por valor de entre 11 000 y 12 000 millones de dólares para desviar 100 millones de toneladas de cereales para el consumo humano “en su mayor parte para satisfacer la sed de combustible de los vehículos”.

Igualmente inexplicable es el hecho de que en la época de la globalización no ha habido inversiones importantes para prevenir una larga lista de enfermedades animales transfronterizas, comenzando por la enfermedad de Newcastle y la fiebre aftosa.

Pero la contradicción básica estriba en el hecho que los países de la OCDE están distorsionando los mercados mundiales, ya que tan solo en 2006 gastaron 372 000 millones de dólares en subsidios a su agricultura.

“El problema de la inseguridad alimentaria es político –concluyó Diouf-. Es una cuestión de prioridades de cara a una de las más fundamentales necesidades humanas. Y son los Gobiernos con sus decisiones los que determinan el reparto de los recursos”.


 

 



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