El Ministerio de Agricultura quiere impulsarla todavía más. Por ello y para los próximos cuatro años, el Departamento que dirige Elena Espinosa invertirá unos 35,8 millones de euros para ese fin.
Esta práctica agronómica no usa abonos químicos, insecticidas, hormonas, ni se permite la manipulación genética. En nuestros país, la superficie destinada a estas producciones aumentó en 2005 un 10% respecto al año anterior y supera ya las 800.000 hectáreas de cultivo.
La iniciativa del Ministerio se resume en tres objetivos: promover su desarrollo, estimular la demanda interna a través de información al consumidor y mayor la colaboración entre las distintas administraciones con el fin de optimizar los recursos disponibles.
Evitar el fraude
Para promover su desarrollo, el Ministerio busca intensificar la vinculación del sector con el desarrollo rural, así como el fomento de la biodiversidad y el uso de semillas ecológicas. Respecto al incentivo de la demanda, se llevarán a cabo campañas dirigidas al consumidor para dar a conocer sus beneficios.
Asimismo, se intensificará la lucha contra el fraude para aquellos productos alimenticios falsamente etiquetados como «bio» y no ecológicos.
Finalmente, se pretende crear un distintivo común para los productos españoles como signo identificativo similar a los realizados en Francia y Alemania.
Sin embargo, la agricultura ecológica arroja también algunas sombras. Existen estudios, como los de Consumer o la OCU, que han confirmado residuos y en mayor cantidad que en los normales.
Su precio es bastante más caro
Los productos ecológicos son más caros de producir y, por tanto, su precio de venta al público es sensiblemente superior. Muchos opinan que su beneficio, en relación al producto tradicional, no compensa ese incremento.
De momento y a medio plazo la agricultura ecológica no es una alternativa viable para alimentar a toda la población a precios competitivos.