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Control biológico

Los productores de la Cooperativa Agrícola CASI de Almería emprenden el camino del control biológico

El mercado y la salud exigen una producción limpia de residuos

ESPAÑA 25/01/2007


El cien por cien de la producción comercializada por CASI cuenta con la certificación AENOR, según la norma UNE 155.000, pero esta cooperativa quiere dar un paso más en esta campaña y se ha propuesto seguir avanzando en la Producción Integrada y el control biológico (100% libre de residuos), ampliando a cien el número de hectáreas que se cultiven mediante este método. Además, ha puesto en marcha cinco hectáreas más de producto ecológico certificado. Muchos son los socios que han entendido la filosofía de la empresa que concentra la mayor cantidad de tomate normalizado en origen del mundo.

“Ahorrar en costes y ganar en salud”. Este es el objetivo de Juan Manuel Segura, Ingeniero Agrónomo y uno de los agricultores asociados a la Cooperativa Agrícola San Isidro (CASI) que han decidido apostar fuerte por la Producción Integrada, es decir, el cultivo agrícola que integra todos los elementos disponibles dentro de la explotación, con el fin de minimizar el uso de pesticidas en el control de plagas y enfermedades. A pesar de su corta edad, 27 años, Juan Manuel está convencido de que esta alternativa, que implica una producción limpia de residuos, es una garantía de vida para los consumidores, trabajadores y agricultores.

Juan Manuel asegura que trabajar utilizando esta técnica basada en la combinación de los elementos que ofrece la naturaleza con las estructuras productivas existentes no es más complicado, sin embargo, sí requiere de personal cualificado y un seguimiento más exhaustivo del cultivo, para vigilar el correcto desarrollo del mismo. La idea de no usar pesticidas en los cultivos, especialmente de tomates, le surgió a partir de una conferencia sobre los efectos de los fitosanitarios en la salud humana. “Al principio yo era escéptico a la hora de creer que se podía producir sin necesidad de usar pesticidas pero descubrí, gracias a la investigación, que es posible”, afirma Juan Manuel quien insiste sobre los riesgos que conlleva tratar con sustancias venenosas a pesar de estar autorizadas, “Deben ser utilizadas como último recurso”. “Las hormonas usadas en los cultivos y los plaguicidas son perjudiciales para los trabajadores del campo. No podría vivir tranquilo si alguno de mis trabajadores tuviera secuelas por haber
estado trabajando en mi finca. Es necesario un compromiso por parte de toda la sociedad, saber lo que comemos y que queremos comer”, comenta el Ingeniero.

Aire puro, ambiente fresco sin olores que cohíben la respiración. Es la sensación que produce caminar por un invernadero donde las herramientas de trabajo son solamente los insectos y las plantas. Las siete hectáreas que cultiva Juan Manuel junto a su padre son básicamente de tomate marmande Raf (el conocido simplemente como Raf, -Resistente A Fusarium-) y de Conquista, una variedad híbrida tipo Raf, cuya raíz es más resistente frente a las adversidades. “La diferencia física entre un tomate Raf polinizado con hormonas o no, es que en el primer caso es más rizado y con menos semillas que si se poliniza con abejorros”, explica. El agricultor observó que al utilizar esta técnica natural, en la que la planta se castiga menos y se aprovecha mejor los nutrientes del suelo, la producción del Raf aumentaba, pero comenta, que no le es rentable por los precios del mercado, pues un tomate más rizado se paga más que el que no lo está. Por este motivo Juan Manuel se plantea cultivar otras variedades no tan sabrosas como el marmande Raf pero más productivas.

“La Producción Integrada, no puede considerarse como ecológica, ya que se puede hacer uso de abonos inorgánicos y en ultima instancia se pueden aplicar insecticidas y fungicidas, pero bien llevada se pueden realizar estos tratamientos con productos autorizados en el Reglamento de Agricultura Ecológica, dejando el uso de los pesticidas autorizados como último recurso para evitar pérdidas severas en la cosecha. El objetivo que se busca es producir de manera saludable y respetuosa con el medio ambiente, garantizando la calidad y la seguridad alimentaría”, advierte Juan Manuel. El agricultor considera acertado el Código Verde de la Junta de Andalucía, pero discrepa en algunas condiciones: “Por ejemplo no estoy de acuerdo en la exigencia de instalar una doble puerta, ya que en mi caso al estar en una zona aislada, con una baja densidad de invernaderos no hay riesgo de que mis vecinos en el supuesto de tener plagas infecten mis plantas o viceversa, al no hacer uso de pesticidas es mejor no hermetizar el invernadero, porque permito la entrada a insectos beneficiosos que controlan a las plagas”.

Proceso, ventajas y riesgos

Motivado por sus inquietudes y preocupado por el bienestar de sus empleados, Juan Manuel comenzó con la práctica de la Producción Integrada hace dos años, en un invernadero de una hectárea, que en la actualidad dedica a la investigación. “En la primera campaña hice sueltas de insectos auxiliares, que me suministraron los proveedores, para el control de plagas y realicé tratamientos con fungicidas autorizados para controlar las enfermedades originadas por los hongos. El segundo año, observé entradas de insectos auxiliares desde el exterior del invernadero, posiblemente se refugiaron en las plantas de los alrededores durante el verano, lo que me hizo ahorrar en costes”. En esta campaña se ha arriesgado y ha ido a por todas con éxito. “Con estas técnicas se corre el mismo riesgo que usando pesticidas, con la ventaja de poder usarlos cuando la plaga o enfermedad llega a un nivel crítico” comenta. En un principio los costes pueden ser superiores en comparación con el empleo de productos químicos, siempre y cuando se produzcan hechos impredecibles o hasta que no se consiga equilibrar el agrosístema, pero una vez logrado el equilibrio, se puede ahorrar entre un 10 y un 20 por ciento de los costes de producción.

Este tipo de Producción Controlada no implica la modificación de los invernaderos antiguos, hecho ventajoso para los agricultores decididos y comprometidos. Basta con manejarlos y combinar todos los elementos disponibles con las condiciones de cultivo, por ejemplo, tener en cuenta la ventilación o la disposición de las plantas, entre otras. “Es una técnica novedosa que puede producir cierto temor e implica la necesidad de estar a pie de campo, pero luego obtienes la recompensa”, explica Juan Manuel. En cambio la Producción Integrada no cierra las puertas al uso de algunos productos. “Si el 10 por ciento de la producción está afectada por alguna plaga deber ser tratarla con productos autorizados”, reitera.

Juan Manuel Segura se siente desanimado al ver cómo algo positivo como es no usar hormonas y minimizar el uso de pesticidas en la producción no termina de encajar en algunos agricultores. Quizás la crisis que padece el sector desde el último mes a causa del hallazgo de fitosanitarios no autorizados en el pimiento almeriense exportado, y la imposición de medidas restrictivas para controlar el uso de éstos en la producción, animen y conciencien a todos de la posibilidad de cultivar utilizando los elementos del ecosistema. Los primeros beneficiarios serán los distribuidores, que traspasarán las fronteras sin miedo a que los productos sean rechazados, y en segundo lugar, a largo plazo, y no por ello menos importante, los trabajadores y consumidores pues gozarán de mejor salud. “Dicen que comer dos tomates al día, retarda la aparición de un posible cáncer. ¿Pero si comemos esos tomates y están contaminados?”, concluye el Ingeniero Agrónomo.


 

 



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