- 27/09/2006
Después del rotundo y previsible fracaso de las negociaciones comerciales de la Organización Mundial del Comercio (OMC) tras meses de intensas discusiones, el desánimo y la frustración inicial han comenzado a superarse a través de la reactivación de acuerdos de carácter bilateral o regional que en los últimos años habían sido suspendidos o simplemente marginados en las prioridades de los principales bloques comerciales. En la foto, Pascal Lamy, director gerente de la OMC.
Si desde el ámbito agrícola la suspensión de las negociaciones en la OMC ha sido recibida con cierto alivio ante la previsión de importantes concesiones en materia de política agraria, las preocupaciones de las organizaciones agrarias se trasladan, ahora, a los posibles acuerdos comerciales que la Unión Europea pretende relanzar en los próximos meses. La UE siempre ha defendido la complementariedad de los acuerdos que puedan suscribirse en el ámbito multilateral con el bilateralismo de las negociaciones.
Brasil, ha sido el primero en llamar a la puerta del comisario de Comercio de la Unión Europea, Peter Mandelson, con objeto de retomar las negociaciones comerciales con MERCOSUR (Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Venezuela) que han estado paralizadas oficialmente desde octubre de 2004.
Las intenciones de Brasil (en estos momentos ostenta la Presidencia del MERCOSUR) son las de concluir antes de fin de año un nuevo acuerdo de asociación entre MERCOSUR y la UE. Los brasileños pretenden impulsar la negociación con el fin de ayudar al Presidente Lula en las próximas elecciones y evitar las tentaciones explícitas de Uruguay y Paraguay para desmarcarse de MERCOSUR y promover acuerdos bilaterales más beneficiosos con los Estados Unidos.
Los negociadores europeos tienen sobre la mesa una serie de propuestas de Brasil que evidencian sus expectativas de que la UE “mejore sustancialmente” su oferta en agricultura permitiendo un mayor acceso de los productos agrarios de MERCOSUR en la UE.
Como contrapartida, estaría dispuesto a realizar limitadas concesiones en el sector de los servicios y en de la automoción. En agricultura, la propuesta de MERCOSUR se basa en una liberalización completa de los intercambios comerciales para los productos agrícolas transformados aunque con un período de transición más amplio para los miembros de MERCOSUR.
En realidad, este bloque pretende que la UE modifique sustancialmente su última propuesta de septiembre de 2004, favoreciendo el aumento de los contingentes arancelarios de una amplia gama de productos. Como ejemplo cabe señalar los 3,5 millones de toneladas de maíz, 1 millón de toneladas de trigo, 300.000 de toneladas de carne de vacuno, 250.000 de toneladas de carne de ave, 150.000 toneladas de arroz y 1 millón de toneladas de etanol. Otros productos con aumento de contingente serían la mantequilla, el azúcar, el queso y la leche en polvo. El resto de productos agrícolas serían objeto de una liberalización progresiva por parte de la Unión Europea que comenzaría con la instauración de contingentes con arancel “0”. En algunos casos la nuevas cifras superan en más del 400 por ciento la oferta inicial de la UE, lo que podría generar graves desajustes en la estructura agrícola de la Unión Europea.
Los representantes de la Comisión Europea han mostrado cierta flexibilidad sobre las demandas de MERCOSUR para aumentar los contingentes arancelarios aunque han reiterado que continúan vigentes las reivindicaciones clásicas de la Unión Europea como un acuerdo sobre el vino y bebidas espirituosas, así como la protección de las indicaciones geográficas.
Nada parece indicar por el momento que en los próximos meses se puedan desbloquear las negociaciones en la OMC, fundamentalmente debido al escaso interés mostrado por los estadounidenses en concluir con éxito la Ronda de Doha. Las discusiones con MERCOSUR cobrarán protagonismo, y especialmente el capítulo agrario donde muchos países continúan concentrando sus deseos en una mejora del acceso al mercado de la UE para sus productos agrícolas.