ESPAÑA 03/03/2006
Los cuatro años más calurosos de los que se tienen datos son 1998, 2002, 2003 y 2004. La décima parte de los glaciares alpinos desaparecieron en el verano de 2003. Al ritmo actual, se prevé que el 75 % de los glaciares suizos se deshiele antes de 2050. Según un nuevo informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), con sede en Copenhague, en Europa no se han visto cambios climáticos de esta magnitud desde hace 5 000 años.
''El medio ambiente europeo - Estado y perspectivas 2005'', una evaluación llevada a cabo durante un período de cinco años en 31 países, ofrece una visión de conjunto del medio ambiente europeo y pone de relieve los retos actuales, entre ellos, el cambio climático. Existen otros ámbitos que suscitan preocupación como, por ejemplo, la biodiversidad, los ecosistemas marinos, los recursos del suelo y los recursos hídricos, la contaminación atmosférica y la salud. Por primera vez, el informe presenta un análisis país por país con indicadores de rendimiento y comparaciones para todos los países participantes: la UE-25 más Bulgaria, Islandia, Liechtenstein, Noruega, Rumania, Turquía y Suiza.
Según el informe, la temperatura media europea ha subido 0,95 °C a lo largo del siglo XX, lo que representa un 35 % más que el aumento medio global de 0,7 grados, y las temperaturas van a seguir subiendo. Por consiguiente, la UE se ha fijado el objetivo de limitar el aumento de temperatura global a 2 grados por encima de los niveles preindustriales.
Jacqueline McGlade, Directora ejecutiva de la AEMA, afirma que ''sin una actuación eficaz durante varias décadas, el calentamiento del planeta provocará el retroceso de las capas de hielo continental en el norte y el avance de la desertificación en el sur. De hecho, la población continental podría acabar concentrándose en el centro. Aunque logremos circunscribir el calentamiento del planeta al objetivo de la UE de un aumento máximo de 2 grados, viviremos bajo unas condiciones atmosféricas jamás experimentadas por seres humanos. Se requiere una mayor reducción de las emisiones''.
Según el informe, la legislación de la UE ha funcionado en el pasado. No sólo hemos limpiado el agua y el aire, sino que hemos suprimido algunas sustancias perjudiciales para la capa de ozono y duplicado el nivel de reciclado de residuos. Además, disponemos de automóviles menos contaminantes y sin la notable mejora aportada por el uso de catalizadores durante los últimos veinte años, determinadas emisiones se encontrarían actualmente a un nivel diez veces superior al actual. Sin embargo, han tenido que transcurrir entre diez y veinte años para que estas medidas dieran resultado.
El informe añade que estos logros medioambientales se están viendo superados por los cambios en las pautas de consumo personal. La esperanza de vida de los europeos es mayor y cada vez hay más gente que vive sola, lo que ejerce mayor presión sobre el espacio vital. Entre 1990 y 2000, se edificó una superficie superior a 800 000 hectáreas. Se trata de una extensión tres veces superior al territorio de Luxemburgo. Si se mantiene esta tendencia, la superficie urbanizada se duplicará en poco más de un siglo. La gestión de la expansión de las zonas edificadas es esencial para la salvaguardia de nuestros recursos naturales.
Viajamos más lejos y con mayor frecuencia y estamos consumiendo los recursos naturales del planeta a un ritmo dos veces superior a la media mundial. El sector de los transportes es el que más contribuye con sus emisiones al efecto invernadero, y seguirá haciéndolo en el futuro inmediato. Por ejemplo, según las previsiones, el transporte aéreo de pasajeros se duplicará de aquí a 2030. Así pues, dejaremos claramente nuestra huella fuera de Europa, agotando los recursos naturales y perjudicando el medio ambiente del planeta.
Según una encuesta del Eurobarómetro, más del 70 % de los europeos desea que los responsables políticos otorguen la misma importancia a las políticas medioambientales, económicas y sociales. Teniendo en cuenta este parecer, el informe hace hincapié en que los responsables políticos deben colaborar a nivel europeo, nacional y local. Deben integrar las consideraciones medioambientales en sectores como el transporte, la agricultura y la energía, y crear una estructura en la que pueda actuar tanto los particulares como las empresas.
Según la Profesora McGlade, ''los responsables políticos deben tener visión de futuro. Debemos sustituir gradualmente los impuestos sobre el trabajo y las inversiones por impuestos sobre la contaminación y el uso poco eficiente de los materiales y del suelo. Asimismo, es necesaria una reforma del modo en que se subvencionan el transporte, la vivienda, la energía y la agricultura. Se necesitan subvenciones que fomenten prácticas sostenibles y tecnologías eficientes''.
La Profesora McGlade concluye que ''mediante la integración de los incentivos necesarios, dichas reformas contribuirán a un mayor nivel de inversión, innovación y competitividad. Ya lo hemos visto en la práctica en determinados países y sectores. En Europa, la aplicación de unos impuestos elevados sobre el petróleo y de una normativa estricta ha contribuido a la fabricación, durante las últimas décadas, de automóviles cuyo consumo de combustible es dos veces más bajo que en los Estados Unidos. Hemos visto cómo la falta de actuaciones incide en nuestras vidas y en el medio ambiente con ejemplos como la fuerte disminución de los recursos pesqueros, el uso del amianto en la construcción, la lluvia ácida y el plomo en la gasolina. Merece la pena actuar ahora para asegurar el futuro''.