- 27/12/2006
Alimentar a la creciente población mundial, mantener la agricultura cada vez con menos reservas de agua, cambio climático...estos fueron algunos de los temas que se discutieron en la audiencia pública ''Biotecnología: perspectivas y retos para la agricultura en Europa'', que tuvo lugar esta semana en el Parlamento Europeo. Expertos en la materia explicaron a los eurodiputados los riesgos y el potencial de la modificación genética de semillas.
Aunque la mayoría de los ciudadanos europeos se declara en contra de los llamados ''organismos genéticamente modificados'', lo cierto es que la biotecnología no es algo nuevo en agricultura. De hecho, los expertos participantes en la audición que se celebró en el Parlamento Europeo el pasado día 10 de octubre aseguraron que ''la modificación genética forma parte de nuestras vidas, nos guste o no''. Aseguraron que, por ejemplo, el ochenta por ciento del algodón de mundo es fruto de alguna manipulación genética.
Algunas de las ventajas de utilizar la modificación genética en agricultura son, según el Profesor JussiTammisola, de la Universidad de Helsinki, plantas de mejor calidad, más resistentes y con mayores propiedades nutricionales, que además serían útiles para limpiar el medio ambiente, luchar contra la hambruna... sin embargo, la mayoría de los consumidores están preocupados por los posibles efectos adversos de estos productos sobre la salud o la biodiversidad, a pesar de que no existen pruebas de que la modificación genética tenga, en efecto, estas consecuencias.
En Europa, el cultivo de con semillas manipuladas genéticamente es muy limitado; sólo se cultivan con fines comerciales dos tipos de maíz, fundamentalmente en España. El presidente de la comisión parlamentaria de Agricultura, el francés del Partido Popular Europeo Joseph Daul, lamentó la fuga de talentos europeos hacia Estados Unidos y Canadá.
Convencer al consumidor
La falta de confianza de los consumidores en los productos genéticamente manipulados se debe, probablemente, al halo de misterio que rodea la actividad de los investigadores en este campo, según Malgorzata Korbin, del Instituto de investigación de pomología y floricultura de Polonia. Para la eurodiputada popular irlandesa Mairead McGuiness, los investigadores ''tienen la obligación de salir más a menudo de sus laboratorios y explicar lo que hacen''.
Los europarlamentarios también se interesaron por la viabilidad de la coexistencia de cultivos con organismos genéticamente manipulados y otros no modificados. ¿Cómo garantizar que los no modificados no son ''contaminados'' por los que han sido manipulados genéticamente? Leopold Girsch, Director del sector de agricultura de la Agencia austriaca para la Salud y la Seguridad Alimentaria, reclamó medidas encaminadas a gestionar este supuesto como aislamiento de cultivos y distancias mínimas de separación que garanticen la separación de ambos tipos de producto.
Sin embargo, Benedikt Haerlin, Director de la oficina de Berlín de la Fundación alemana sobre el futuro de la agricultura, explicó que no existe consenso entre los expertos sobre cuál debería ser esa distancia de seguridad y consideró que la coexistencia de ambos tipos de cultivos no sería viable económicamente.
Por su parte, el eurodiputado liberal finlandés Kyösti Virrankoski sentenció: ''el parlamento Europeo no puede esconder la cabeza tras un arbusto; en Europa ya consumimos productos modificados genéticamente, y tenemos que asegurar la continuidad de la agricultura; ésta es una de las herramientas que tenemos''.
