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Argentina Turismo rural: El campo argentino también vive su auge como destino turístico

El creciente número de establecimientos agropecuarios que abren sus puertas al turismo confirma que el campo argentino no es sólo ''vacas y soja'': ...

ESPAÑA 23/08/2004


El creciente número de establecimientos agropecuarios que abren sus puertas al turismo confirma que el campo argentino no es sólo ''vacas y soja'': es un atractivo medio para conocer otro estilo de vida y una fuente alternativa de ingresos para los productores rurales.

Esta tendencia surgió con firmeza a mediados de los 90, cuando trabajar la tierra era un negocio ruinoso y algunos productores encontraron en los turistas una tabla de salvación.

''Nosotros comenzamos en 1993. La situación era crítica y no queríamos deshacernos del terruño heredado de nuestros abuelos. Tal vez hubiera sido más rentable vender el campo, pero no me hubiese alcanzado la plata para pagarme un psicólogo'', contó Olga Marti de Oliva, propietaria de ''La Nancy'', una estancia de la provincia de Buenos Aires.

En el establecimiento, ubicado a 620 kilómetros al sur de la capital argentina, la agricultura y la ganadería no interfieren con el descanso de los visitantes, que llegan a estos lares huyendo del trajín y la inseguridad de las grandes ciudades y de los atestados destinos turísticos.

''Chicos y grandes descubren un mundo diferente. Terminan enganchándose con el trabajo de vacunar al ganado o subidos a una sembradora. A veces les preguntamos si quieren mirar un poco de televisión, pero nadie quiere'', asegura Olga.

La oferta de turismo rural en Argentina es tan variopinta como la multiplicidad de sus paisajes y la diversidad cultural de su gente.

Hay opciones para pasar unos días en un viñedo, experimentar los aromas del tabaco en el noroeste del país o convertirse casi en un gaucho atravesando la extensa pampa montado sobre un caballo.

Pero una de las alternativas más elegidas por los extranjeros es la Patagonia, donde disfrutar de paisajes de ensueño se alterna con la práctica de la pesca deportiva y el contacto con la cultura indígena.

Por ejemplo, en la estancia ''Don José'', un establecimiento de 24.7000 hectáreas en la sureña provincia de Chubut, los visitantes pueden recorrer una valle que fue habitado por los tehuelches, beber de un manantial de aguas puras y observar vestigios de arte rupestre.

''Además, pueden conocer nuestro criadero de guanacos y ver cómo es el proceso hasta obtener prendas tejidas'', cuenta Norma Mazquiarán, una de las propietarias de la estancia que recibe turistas desde 2000.

En Argentina hay actualmente entre 1.500 y 2.000 productores agropecuarios que abren sus puertas al turismo, pero hace sólo diez años no eran más que una veintena.

En el 90 por ciento de los casos, los proyectos son de tipo familiar y están manejados por mujeres.

Unos cien establecimientos, desde pequeñas granjas hasta gigantescas haciendas, están agrupados en la Red Argentina de Turismo Rural (Ratur), donde es condición para integrase que el campo esté en producción y que los servicios a los turistas cumplan con un cierto estándar de calidad.

''La clave del negocio es que se puede combinar perfectamente la actividad agropecuaria con la turística, por eso los productores, sean grandes o pequeños, se están volcando masivamente a esta opción'', afirma Ernesto Barrera, director de un posgrado sobre Turismo Rural que se dicta en la Universidad de Buenos Aires.

El experto explica que ''el negocio turístico se monta sobre la capacidad ociosa del campo, que es el disfrute del paisaje, y la propia infraestructura del lugar, la casa familiar, que tiene cuartos libres o que con poca inversión se puede agrandar para recibir turistas''.

Según Barrera, ''de los 10.000 millones de dólares que movió el turismo en Argentina el año pasado, se puede calcular que entre el 1 y el 3 por ciento fue para los proyectos de turismo rural''.

''Esto es entre 100 y 300 millones de dólares, una cifra que supera a los ingresos de algunas producciones agropecuarias y algo muy atractivo para la gente de campo'', señaló el experto.

Pero para los integrantes de la Ratur, los ingresos derivados del turismo no sobrepasan el 20 o el 30 por ciento de todo lo que produce el establecimiento y esto se debe a que después de la devaluación del peso argentino, en enero de 2002, el campo resurgió de las cenizas y volvió a ser un negocio rentable.


 

 



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