ESPAÑA 24/12/2002
La importaciones extranjeras, la desfavorable climatología y el aumento de los costes de producción han abocado a los productores de fresas del Maresme, la única zona de Cataluña donde se cultiva esta fruta, a la peor crisis de su historia, calificada como ''insostenible'' por los pocos agricultores que áun se empeñan en su cultivo.
Según han explicado los productores de fresas del Maresme, un producto que junto al clavel fue símbolo de reconocimiento de esta comarca catalana, la crisis del sector se enmarca en la crisis general de la agricultura, aunque la han agravado la llegada de producción extranjera de coste más bajo, las inclemencias climáticas, el aumento del coste de la producción y, este año, además, los errores humanos.
En el Maresme, la mayoría de explotaciones agrícolas son familiares y muchas de ellas han desaparecido porque los jóvenes no quieren cultivarlas, también ha habido casos de tierras expoliadas para convertirlas en urbanizables, aunque en el caso de la fresa esto es visto positivamente.
''En estos momentos, tal y como está el sector un productor de fresas puede considerarse afortunado si un ayuntamiento le compra sus tierras para la construcción, aunque sea a un precio inferior al real'', ha explicado un portavoz de la Unió de Maduxaires de Calella (UMAC).
Estas pequeñas explotaciones familiares no pueden luchar contra los grandes latifundios productores de fresas concentrados en Huelva desde 1982 o con las fresas que llegan de Marruecos o de Sudamérica, donde el coste de la mano de obra es mucho más barato.
Además, el año pasado los vientos del mes de noviembre y las heladas de febrero que asolaron el Maresme destrozaron buena parte de los invernaderos, para cuya reparación sus propietarios ya tuvieron que solicitar prestamos institucionales y aguantar un año de baja producción.
Cuando parecía que podía recuperarse cierta normalidad, una de las tres cooperativas de productores de fresas que del Maresme, Frespol, que agrupa a payeses de Sant Pol, Sant Cebriá, Sant Iscle de Vallalta, Canet de Mar y Arenys de Munt, han descubierto que los esquejes de freseros que les vendió su distribuidora habitual son una mezcla de distintas calidades de fresa.
En los últimos años, los productores catalanes se han especializado en la fresa tipo pájaro, la estrella de este producto: ''la calidad es el único atributo por el cual puede distinguirse la fresa catalana del resto'', ha reconocido Joan Labérnia, gerente de Frespol.
Pero en esta ocasión, el error de la distribuidora generará para la recolección del verano una caída destacada de la fresa de esta calidad máxima y por la tanto pérdidas económicas que aún no se atreven a evaluar, pero serán importantes, porque son 100.000 las plantas afectadas, según la cooperativa.
Así, este año la calidad de la fresa no podrá ser en parte el reclamo para que el consumidor compre fresas del Maresme y el precio de estas, como se hace siempre, se deberá ajustar aún más al que lleven las de Huelva.