EEUU 07/09/2000
El último año hidro-meteorológico, que abarca desde el 1 de septiembre de 1999 al 31 de agosto de 2000, fue en conjunto ''muy seco en el este peninsular y Baleares, y normal o ligeramente seco en el resto, con fuertes contrastes a lo largo del año'', según el Instituto Nacional de Meteorología (INM).
Estos contrastes los provocaron los ''húmedos'' meses de septiembre y octubre, así como el período abril-mayo, frente a los ''muy secos'' meses invernales y el trimestre veraniego.
Según el balance del año hidro-meteorológico dado a conocer por el Instituto, los últimos doce años se han caracterizado por la ''alternancia de períodos húmedos y secos de 2 ó 3 meses de duración''.
Se registraron unas precipitaciones acumuladas ligeramente inferiores a los valores medios normales, si bien bastante superiores, en general, a las que se registraron a lo largo del anterior año hidrológico (1998-99).
Si se considera la distribución geográfica de las precipitaciones acumuladas en este período en comparación con las normales, se aprecia que tan sólo se alcanzaron o superaron dichos valores normales en áreas de Galicia, Castilla y León, norte de Extremadura y zonas muy dispersas de Andalucía.
Frente a ello, en la mayor parte del territorio nacional se registraron unas precipitaciones ligeramente por debajo de los valores normales, de entre el 80% y el 100%, según el Instituto.
Cabe destacar que el déficit de precipitaciones se acusó más hacia el este, de modo que en las comunidades autónomas de Valencia, Murcia y Baleares el año fue muy seco, alcanzando en estas zonas las precipitaciones acumuladas a lo largo de este tiempo valores de sólo entre el 40% y el 65 % de los normales.
El INM resalta como particularidad del recién finalizado año hidro-meteorológico la irregular distribución temporal de las precipitaciones, de forma que se alternaron períodos bastante húmedos con otros de gran escasez de lluvias.
El inicio del año hidrológico fue muy húmedo en general, de forma que a finales del mes de noviembre las precipitaciones acumuladas eran muy superiores a las normales en la mayor parte del país.
Sin embargo, en las regiones mediterráneas ya se apreciaba un significativo déficit pluviométrico que se profundizó en los siguientes meses.
A este trimestre otoñal siguió un invierno extremadamente seco en la práctica totalidad de la España peninsular y archipiélagos, de forma que a fecha de 31 de marzo, el superávit hídrico generado por las abundantes lluvias del otoño había sido más que compensado por el déficit de lluvias del período diciembre-marzo.
El resultado fue que en la citada fecha las precipitaciones acumuladas desde el inicio del año eran inferiores a las normales en la mayor parte de España, y de forma más acentuada en el sur y este peninsulares y en Baleares.
Los meses primaverales, sobre todo abril, aportaron de nuevo abundantes precipitaciones a la mayor parte de España, por lo que se palió en buena medida el déficit anterior, añade el INM, de forma que a fecha de 31 de mayo las precipitaciones acumuladas alcanzaban registros en torno a los valores normales, salvo en las zonas orientales, en las que el déficit se mantuvo a lo largo de todo el año.
Por lo que respecta al período veraniego (junio-agosto), el Instituto lo califica como ''bastante más seco de lo habitual'', con excepción de algunas zonas de Galicia, Navarra y Aragón.
Como ejemplo cita que en la mitad sur las precipitaciones acumuladas en esos tres meses fueron inferiores a los 20 mm, y no llegaron a 5 mm en Andalucía, sur de Extremadura, sur de Castilla-La Mancha y Murcia.
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