Los productores suizos de harinas de origen cárnico destinada a la alimentación animal no saben qué hacer con ellas tras el cierre de las fronteras de varios países a ese producto a raíz de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) ...
Los productores suizos de harinas de origen cárnico destinada a la alimentación animal no saben qué hacer con ellas tras el cierre de las fronteras de varios países a ese producto a raíz de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), enfermedad conocida como mal de las ''vacas locas''.
Los servicios sanitarios de Holanda y Alemania han prohibido últimamente su importación y es muy poco probable que vuelvan a abrirles las fronteras. Grecia tampoco deja entrar ya esas harinas y la República Checa no admite las procedentes de la Unión Europea y Suiza.
''No podemos exportar ni un gramo de harinas animales'', se queja Hans Hofer, director de Centravo AG, de Yss, en el cantón de Berna, la mayor empresa de producción de harinas animales de Suiza.
La prohibición afecta prácticamente a toda la producción anual de esa empresa, es decir a unas 25.000 toneladas de harinas animales así como a unas 10.000 toneladas de grasas animales.
Otra empresa con problemas es Geistlich, de Schlieren, cantón de Zurich, que venía exportando unas 1.500 toneladas de polvo de hueso y que ahora se topa con la prohibición de Alemania, uno de los pocos países que seguían importando esa producción.
La eventual decisión de la UE de prohibir la utilización de harinas cárnicas en todo su territorio tendría también repercusiones directas en Suiza, país no miembro, pero que se vería obligado a quemar las 40.000 toneladas que produce cada año.