Análisis de cloro libre y total
La concentración del cloro total es el resultado de la suma
del cloro libre y el cloro combinado: el cloro libre se combina
con nitrógeno formando cloramina (cloro combinado). Las cloraminas
son nocivas para la vida acuática y crean daños en
las instalaciones de tratamiento de aguas que usan membranas para
la purificación del aguas (por ejemplo: osmosis inversa),
por lo que es muy importante monitorizar frecuentemente el nivel
de cloro libre y/o total.
La concentración de cloraminas en el agua depende principalmente
del pH, de la temperatura, de la relación inicial del coloro
con las aminas, de la demanda del cloro y del tiempo de reacción.
Ambas formas de cloro (libre y combinado) pueden subsistir simultáneamente
y por lo tanto deben ser medidos de modo separado.
En el ambiente, ya sea en el aire, en el agua o
en la tierra, coexisten abundantes microorganismos, básicamente
bacterias, hongos, virus y levaduras. Algunos pueden llegar a ser
patógenos para los humanos. Para evitar la transmisión
de las mismas utilizamos métodos de desinfección.
El cloro y algunos de sus derivados son algunos de los agentes
desinfectantes más efectivos y con más garantías
de los que se han utilizado hasta ahora.
La desinfección de un medio o de una superficie no
es otra cosa que la destrucción de los microorganismos presentes
mediante procedimientos físicos o químicos.
Una vez obtenida la higiene del medio a desinfectar, el uso de desinfectantes
basados en el cloro es el método más práctico,
económico y efectivo, por lo que son los más comúnmente
utilizados para la desinfección.
En el día a día, la desinfección está
presente en infinidad de lugares por los que pasamos fuugazmente,
o donde permanecemos durante largos espacios de tiempo. No nos damos
cuenta, pero antes y después de que nosotros toquemos muchas
superficies, algún servicio de limpieza ha procedido a lavarla
y desinfectarla. La mayoría de los espacios en el interior
de los edificios públicos, sobretodo en los hospitales, escuelas,
guarderías, lavabos públicos, etc., se desinfectan
a diario con productos a base de hipoclorito sódico.
El hecho de que el agua sea un medio necesario para la vida
y multiplicación de estos microorganismos nos lleva a la
consecuencia de que es uno de los elementos sobre el cual debemos
actuar prioritariamente para eliminar toda posibilidad de transmisión
de las enfermedades infecciosas. Desde que se descubrió esta
característica del agua, se empezaron a utilizar procedimientos
de desinfección que han permitido eliminar prácticamente
los brotes de muchas de estas enfermedades: cólera, fiebres
tifoideas, poliomelitis, meningitis, etc.
Es así como se han desarrollado sistemas de cloración
que cumplen con total garantía el objetivo de la desinfección
del agua, utilizando métodos adecuados y realizando controles
sistemáticos de la calidad del agua que se envía a
nuestros hogares.
Enfermedades de origen hídrico
Si bien los principales riesgos epidemiológicos relacionados
con el consumo de agua contaminada por gérmenes muy virulentos,
como son los del cólera, las fiebre tifoideas o la hepatitis
vírica, ya no son hoy en día tan frecuentes en los
países europeos, la existencia de enfermedades de origen
hídrico resultantes de la contaminación microbiológica
de las aguas de consumo humano siguen estando de actualidad.
Por ejemplo, en el período 1981-1988 se declararon en los
Estados Unidos 248 epidemias de gastroenteritis a causa del agua.
Una gran cantidad de gérmenes pueden ser la causa de epidemias
de origen hídrico: históricamente, los primeros gérmenes
a los que se han atribuido han sido las Salmonellas y las Shigellas.
Hoy en día, otros microorganismos como los Rotavirus, los
Campylobacter o parásitos como Giardia se identifican como
responsables de las mismas.
La mayoría de los trastornos ocasionados por estos gérmenes
son de una gravedad moderada presentándose a menudo en forma
de gastroenteritis asociada con diarreas, dolores abdominales o
vómitos. Dichos trastornos son por lo general de corta duración.
Pueden afectar a algunas personas o a comunidades enteras, dependiendo
de la calidad o el del tipo de germen presente en el agua. Junto
a estas epidemias "benignas", aparecen ocasionalmente
enfermedades de origen hídrico mucho más graves.
El tipo de germen, su modo de transmisión así como
el perfil de las personas contaminadas determinan la gravedad de
la infección: los niños de corta edad, las personas
mayores, los inmunodeficientes o los enfermos representan los grupos
de población más expuestos a este riesgo. Los brotes
de epidemias en las colectividades en que dichos grupos de población
sensibles son numerosos (guarderías, escuelas, hospitales,
etc.) hacen a menudo las veces de centinela y de alerta de las autoridades.
La infección puede provenir del consumo directo del agua
contaminada o de sus diversos usos cotidianos: preparación
de comidas, aseo o incluso inhalación.
La contaminación microbiológica del agua es por lo
general de origen humano o animal, transmitida por las heces. La
presencia de gérmenes patógenos en las aguas residuales,
o de excrementos (de enfermos o de portadores sanos) en las cercanías
de una toma puede ser la causa de la contaminación de un
recurso hídrico.
La cloración del agua es el único
sistema que garantiza que ésta llegue a nuestros hogares
con las debidas condiciones sanitarias.
El cloro y sus derivados tienen una importante aplicación
en el área de la desinfección. La legionella es una
bacteria con unas 40 variedades, que pueden encontrarse en ambientes
acuáticos naturales como los ríos, los lagos o las
aguas termales, casi siempre en pequeñas concentraciones.
Sin embargo, cuando el germen aumenta de manera desproporcionada,
puede ser dañino para el hombre. Dicho aumento se produce,
en la mayoría de los casos a través de los sistemas
hídricos construidos por el ser humano, como las torres de
refrigeración y los sistemas de distribución de agua
potable y sanitaria, ya que en estos ambientes alcanza las condiciones
idóneas para su multiplicación (de 25º a 45º
de temperatura.
La legionella, cuya vía de transmisión es aérea,
puede manifestarse de dos formas: como una especie de neumonía
conocida como "enfermedad del legionario" o como un cuadro
de tipo gripal de carácter leve denominado "fiebre poética".
El uso del hipoclorito (lejía doméstica) se
utiliza habitualmente en la desinfección de material quirúrgico
e instalaciones sanitarias y hospitalarias.
Uso y dosificación:
Para desinfección de superficies: 1 vaso por cubo de agua.
Para potabilización de agua: 2 gotas por litro de agua.
Para desinfección de verdura: 1 gota por litro de agua.
|
|
Tienda
|