El injerto es un método de propagación vegetativa en el que una porción de tejido procedente de una planta (injerto) se une sobre otra ya asentada (patrón o pie) de tal modo que el conjunto de ambos crezca como un solo organismo.
El injerto se emplea para permitir el crecimiento de la planta en terrenos o circunstancias que les son desfavorables, aprovechando la mayor resistencia del pie usado, o para asegurarse que las características productivas de un ejemplar se mantienen inalterables.
La finalidad más común es la resistencia a enfermedades presentes en el suelo que imposibilitarían el normal desarrollo de la variedad si ésta se plantase directamente. De este modo, el vegetal que podría resultar afectado no entra realmente en contacto con los patógenos, mientras que el patrón que es resistente cumple la función de estrato intermedio aislante. En estos casos, el patrón se reduce por lo común al sistema radical. Las plagas controladas de este modo suelen ser hongos o nematodos.