CRITERIOS PARA LA APLICACIÓN DE FERTILIZANTES EN RIEGO LOCALIZADO (1ª parte) 1. Introducción |
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1. INTRODUCCIÓN
Los conceptos básicos de la química del sistema suelo-planta, del comportamiento de los fertilizantes químicos, de las características de los diversos substratos, exportaciones de cada cultivo y tolerancia a la salinidad son imprescindibles para realizar una fertirrigación racional. Por otra parte, y muy frecuentemente, el principal factor limitante de una adecuada fertirrigación es la salinidad del agua de riego, que, además, aporta elementos nutrientes. Por. tanto, la adición de fertilizantes ha de realizarse como complemento hasta los niveles adecuados y también para paliar los antagonismos con los elementos nocivos para el cultivo. En resumen, es necesario estudiar fundamentalmente tres parámetros, de los que depende básicamente la fertirrigación: el cultivo, el agua de riego y el substrato.
2. PROBLEMÁTICA ACTUAL DE LA FERTIRRIGACIÓN
Desde que se fabrica una disolución madre concentrada en un cabezal de riego, hasta que la planta toma nutrientes de la disolución del substrato, resultado de la interacción entre la disolución que llega a los goteros y dicho substrato, transcurren una serie de fases en el proceso de fertirrigación que pueden provocar un gran número de problemas que vamos a- describir, analizando, al mismo tiempo, posibles soluciones o las correspondientes precauciones a tomar. El esquema del proceso se indica en la figura 1.
El sistema de cabezal de riego consta de diferentes módulos distribuidos según una secuencia lógica de mezcla de fertilizantes y agua de riego. En primer lugar, están los tanques de fertilizantes y de lavado, de los que se extrae, mediante un inyector, las disoluciones concentradas de fertilizantes y las de lavado (frecuentemente ácidas) y alternativamente, según el programa adecuado de tiempos y concentraciones. El agua de riego, convenientemente filtrada, se mezcla con las disoluciones extraídas por el inyector en la proporción adecuada (frecuentemente 1 a 100). Así se obtiene la disolución nutriente, que después de filtrada llega a la red de goteros. Esta disolución reacciona con el substrato y da lugar a la definitiva disolución nutriente que realmente toma la planta. Los problemas más destacados a resolver se muestran en la Fig.2.
3. FERTILIZACIÓN DE FONDO
Además de la fertirrigación propiamente dicha, y según el substrato que se considere, en muchos casos es necesario realizar una fertilización de fondo con materia orgánica para mejorar los parámetros físicos del substrato y aplicar correctores como yeso y abonos nitrogenados que favorezcan la humificación del abono orgánico. Por tanto, los substratos donde se debe realizar una fertilización de fondo son, fundamentalmente, enarenados, turba y suelo. Enarenado y suelo En el enarenado se suele aplicar el abono orgánico y superfosfato en el proceso de "retranqueo" cada tres o cuatro años. Posiblemente sea preferible hacer un retranqueo "en bandas" todos los años de 1/3 de la superficie (donde se realiza la plantación). Este tipo de "retranqueo" presenta la ventaja de poder fertilizar con el abono orgánico y el superfosfato cada año y, además, significa un aprovechamiento mayor con dosis menores. En algunos ensayos se han encontrado resultados similares añadiendo el P en fondo o en la fertirrigación. Posiblemente, la fórmula idónea sea distribuir entre las dos épocas el fertilizante fosfórico. Por ejemplo, 1/4 de la dosis total en forma de súper en el retranqueo (no más por la fijación elevada que tiene lugar en el suelo calizo) y las 3/4 partes restantes distribuidas en los diferentes riegos en forma de H3PO4 o fosfatos amónico o potásico. Además, la reserva del Fósforo de fondo puede aprovecharse más de lo que puede preverse, pues al realizar lavados ácidos se aumenta la solubilización del Fósforo fijado en el suelo. Por otra parte, en dicho retranqueo es posible añadir yeso, el año que sea necesario, para equilibrar el Ca respecto al Na y Mg del agua de riego. Es recomendable añadir el N mineral necesario en cada retranqueo para facilitar la humificación de la materia orgánica. En el control de esta fertilización de fondo ha de tenerse en cuenta la distribución de raíces, sobre todo en el horizonte orgánico del enarenado y en el suelo.
Turba
Cuando la turba es el substrato, y antes de comenzar el cultivo, se suele tratar con NPK y oligoelementos, así como con caliza, para ajustar el pH al cultivo correspondiente. Rock wool Toda la fertilización se realiza en la fertirrigación.
4. FERTILIZACIÓN DE COBERTERA (FERTIRRIGACIÓN)
Substratos inertes
Si el agua no es salina se utilizan disoluciones nutrientes, optimizadas para cada cultivo mediante ensayos hidropónicos previos. Si el agua contiene salinidad, que es el caso más frecuente, debe tenerse ésta en cuenta, no sólo por la aportación de elementos fertilizantes y las relaciones entre ellos, sino también por los elementos tóxicos como CI, Na e incluso un exceso de Mg, con el fin de evitar los antagonismos correspondientes. El proceso correcto debe ser la utilización de una disolución nutritiva equilibrada, para que sea la planta la que tome los nutrientes que necesite en cada momento, según el proceso de fotosíntesis, momento fenológico, riegos, etcétera, de cada día. Paralelamente se debe realizar un control de planta y substrato para determinar una posible acumulación de elementos nutrientes o una deficiencia de estos y proceder, en consecuencia, a la corrección de la disolución nutriente y a verificar los correspondientes lavados del substrato. Cuando exista en el agua de riego una salinidad alta debida a CI - , Na y Mg se necesita aplicar niveles de NO3 - y Ca elevados desde el principio del cultivo, con el fin de paliar los antagonismos correspondientes. Si la salinidad no es alta se debe utilizar la disolución nutriente diluida, al menos el primer mes de cultivo. El coeficiente de dilución puede ser de 50 por 100 y después del primer mes ir subiendo paulatinamente hasta el 100 por 100 de las concentraciones normales. Por otra parte, las necesidades de la planta no son las mismas durante todo el ciclo de cultivo. Sin embargo, no es fácil concretar niveles y momentos fenológicos, por lo que recomendamos que tanto los coeficientes de dilución como las diferentes necesidades específicas del cultivo, según el momento fenológico, se calculen en función del análisis de planta, teniendo en cuenta, que para cultivos como el tomate se solapan ciclos en la misma planta. Por tanto, la mejor forma de establecer la secuencia de concentraciones en la disolución nutriente es hacer un seguimiento del cultivo para ver la respuesta de éste a una disolución nutriente optimizada, deducida por cultivo hidropónico. Los fertilizantes minerales a emplear en la fertirrigación deben ser simples y baratos y, por tanto, con el proceso más corto posible de fabricación. En este sentido productos como H3PO4, y HNO3 son muy interesantes si el substrato y la salinidad del agua de riego los permiten. Compuestos como KNO3, Ca(NO3)2, Fosfato amónico, K2SO4, NH4NO3 y SO4Mg son suficientes para la mayor parte de los casos que puedan presentarse. Pueden realizarse mezclas de ellos en las disoluciones madres siempre que no sean incompatibles. En cuanto a los oligoelementos, deben aplicarse quelatos de Fe, Mn y Molibdato. El Boro, si no está en cantidad suficiente en el agua de riego, puede aplicarse como ácido bórico o bórax. El Cu y Zn a menudo van incorporados en los tratamientos fitosanitarios, pero también pueden aplicarse como sulfatos e incluso quelatos. El pH de las disoluciones nutrientes suele oscilar entre 5,5 y 6,5. Debe controlarse también su conductividad, y sobre todo, su interacción con el substrato.
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