BUENAS PRÁCTICAS EN EL USO DE FERTILIZANTES 1. Introducción |
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1. INTRODUCCIÓN.
En las prácticas agrícolas eficientes, el agricultor escoge la cantidad y el momento adecuado, de manera que las plantas absorban los nutrientes tanto como sea posible. La cantidad y la regulación de la absorción dependen de varios factores, tales como:
- La variedad del cultivo.
- La fecha de siembra.
- La rotación de cultivos.
- Las condiciones del suelo.
- El tiempo.
Para un aprovechamiento óptimo del cultivo y un potencial mínimo de contaminación del medio ambiente, el agricultor debe suministrar los nutrientes en el momento preciso que el cultivo los necesita. Esto es de gran relevancia para los nutrientes móviles como el nitrógeno, que pueden ser fácilmente lixiviados del perfil del suelo, si no es absorbido por las raíces de las plantas.
En los casos de aplicación de urea y de fosfato diamónico, las pérdidas pueden darse a través de la emisión de amoníaco en el aire. Ambos fertilizantes deben ser incorporados en el suelo inmediatamente después de la aplicación, si no hay una lluvia inmediata o riego para incorporarlos en el suelo. Es de importancia particular en los suelos alcalinos (calcáreos).
Todos los nutrientes primarios y secundarios deberían ser incorporados inmediatamente después de la aplicación en las regiones en las que se esperan lluvias abundantes, para evitar pérdidas debidas al escurrimiento y a la erosión.
2. NITRÓGENO.
Puesto que las pérdidas de nitrógeno no pueden ser eliminadas totalmente han de establecerse las siguientes estrategias:
1) Estimar las extracciones y el fraccionamiento, adaptándolo a la fenología del cultivo.
2) Utilizar inhibidores de la nitrificación.
3) Utilizar fertilizantes de liberación lenta.
4) Aplicación por fertirriego.
5) Aplicación foliar.
El objetivo perseguido es la adaptación de la disponibilidad en el suelo a las necesidades del cultivo, con el objeto de minimizar los riesgos de contaminación de aguas superficiales y subterráneas. El consumo de nitratos y nitritos por el hombre y los animales, y la implicación del óxido nitroso perdido por volatilización en la disminución del ozono atmosférico fuerza a plantearse un manejo eficiente.
3. FÓSFORO.
La necesidad de racionalizar el aporte de fósforo viene impuesta por la limitación de los yacimientos naturales, ya que su movilidad en los suelos es muy baja. La mejora de su eficiencia viene determinada por:
1) La presencia de formas monovalentes (PO4H2-) y divalentes (PO4H2-) en la solución del suelo.
2) El ajuste del pH para reducir la precipitación.
3) Gestión de las reservas de matéria orgánica.
4) Actividad de los microorganismos.
5) Fraccionamiento en cultivos perennes.
6) Aplicación por fertirrigación.
4. POTASIO.
Puesto que se trata de un elemento muy móvil y de fácil lixiviación la estrategia se fundamentará en:
1) Ajuste de las necesidades.
2) Fraccionamiento de los aportes.
3) Reduciendo la lixiviación por adición de carbonato cálcico o magnesico al suelo.
5. AZUFRE.
Los inconvenientes vienen asociados al incremento de los niveles de sulfato en las zonas regables. Normalmente las necesidades son suplidas por el agua de riego.
6. CALCIO Y MAGNESIO.
Puesto que se trata de elementos fácilmente lixiviables sus efectos se ven restringidos por la capacidad de intercambio catiónico de los suelos. Su manejo se limita al aporte en dosis similares a las absorbidas por las plantas.
7. MICRONUTRIENTES.
Presentan un peligro potencial por contaminación de aguas superficiales o subterráneas al encontrarse estos libres en la solución del suelo.
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